En el mundo se derrumba, casi un 45% desde julio, el precio del petróleo. El petróleo Brent pasó de cotizar a U$S 145 el barril en 2008 a U$S 57.13 en la última cotización del viernes.
¿Qué pasa? ¿No es el petróleo un bien fundamental para la sociedad moderna? ¿Cómo puede ser que baje su precio si es ampliamente demandado?
Bueno, en realidad hay muchos factores. En realidad, la cotización que vemos en la pantalla del televisor son contratos future, o sea, de entregar (o recibir) petróleo en el futuro. ¿De qué depende el precio en que pactemos vos, productor de petróleo, y yo, consumidor de petróleo, que me entregues X cantidad de petróleo en el futuro? Simple: de la cantidad que esperemos que se produzca de petróleo, y por lo tanto, haya disponible, y de la cantidad que se quiera consumir de petróleo. En otras palabras, la famosa oferta y demanda.
En realidad, el mercado del petróleo es un poco más complicado (si me escucha un especialista en petróleo decir "un poco más complicado", me mata). El tema es la famosa OPEP (u OPEC en inglés): la Organización de Países Exportadores de Petróleo. Incluye a varios países que producen cantidades masivas de crudo: Venezuela, Irak, Angola, Arabia Saudita, y una lista que sigue.
¿Qué hace la OPEP? Básicamente, se dedica a coordinar cuánto producir, y por lo tanto, a qué precio cobrar el petróleo. Uniéndose a tomar decisiones conjuntas tienen mucho más poder de mercado y posibilidades de maximizar ganancias. Restringiendo las cantidades que se producen, cambia el precio, y estos países pueden aumentar sus rentas. Básicamente, eso pasó en los 70', cuando Occidente se puso de rodillas ante un puñado de países que lograron cuadruplicar el precio en un año.
¿Sube el precio por acciones de la OPEP? Mayoritariamente, no. La OPEP ha perdido poder en los últimos años, por razones que veremos en seguida. ¿Qué pasa, entonces? Hay una lista de factores.
1) Primero, y lo que pareciera más importante, la masiva producción en Occidente de petróleo gracias a la revolución shale. El fracking, técnica para extraer petróleo y gas shale, está revolucionando el mercado energético mundial. Países como Estados Unidos, netos importadores de petróleo, están comenzando a producir cantidades gigantescas de shale gas y oil. Según el New York Times, la producción estadounidense de petróleo ha aumentado un 70% desde 2008, y por lo tanto, las importaciones desde países de la OPEP han caído hasta un 50%. Esto pone presión a la baja sobre el precio, y explica por qué la OPEP ya no tiene el poder que solía tener.
2) Baja demanda global. La economía mundial pareciera estar en un estado melancólico: Europa al borde de la recesión, Asia desacelerándose, y Estados Unidos creciendo a un ritmo moderado. Claramente, la demanda de petróleo no está en su punto más alto: al no crecer mucho la producción global, se demanda menos petróleo (insumo básico).
3) Arabia Saudita, productora de casi un tercio del petróleo de la OPEP, ha decidido no hacer nada. Los costos de producción para los saudis son increíblemente bajos: de 5 o 6 dólares por barril. Si decidieran recortar la producción para subir el precio, los beneficios irían al resto de la OPEP; a casi 50 dólares de ganancia por barril, no están interesados.
Hagamos un ejercicio mental: ¿qué consecuencias tiene esto para el mundo, y en especial, para Argentina?
Empecemos por el mundo. Claramente, los perdedores son los países que en algún momento ejercieron presión al resto con el petróleo: Rusia -principal exportador de petróleo a Europa-, Venezuela, Irán. Todos ellos se ven perjudicados por menores exportaciones, al caer el valor de ellas. Rusia vio devaluarse el rublo casi un 20% en ¡una semana!. Venezuela difícilmente pueda mantener su gasto público a estos niveles. El Medio Oriente pierde poder de presión. También puede tener consecuencias ambientales: a este precio de petróleo, se incrementa la competencia sobre las energías renovables, que vienen creciendo a un ritmo gigante.
Los grandes ganadores son los consumidores: en los países importadores (India, Japón, Europa), la población goza de precios más bajos de petróleo.
¿Qué pasa con Argentina? Bueno, a corto plazo, esto es muy bueno. Argentina es importador neto de petróleo, con una producción que cae hace más de una década. Precios más bajos de petróleo traen un gran alivio sobre la balanza comercial, al reducirse las importaciones. En una época de un sector externo muy frágil, son buenas noticias.
En el largo plazo, el panorama es más sombrío. Vaca Muerta, ese gran tesoro hundido en la tierra, está balancéandose en el borde como Humpty Dumpty. A estos precios, nadie sabe a ciencia cierta cuán rentable es explotarla. Galuccio, el CEO de YPF, explica que no hay ningún tipo de riesgo y que se podrá producir petróleo para llenar las arcas del país. Otros lo ponen en duda.
Vaca Muerta (y por lo tanto, el sector externo argentino a mediano plazo) está así en un limbo petrolero. Podríamos empezar a hablar de la Vaca de Schrödinger: está viva y muerta al mismo tiempo. Y eso no es bueno. El tiempo nos dirá.
domingo, 21 de diciembre de 2014
sábado, 29 de noviembre de 2014
¿En qué se gastan los impuestos?
En la Argentina el Estado Nacional impone decenas de impuestos. ¿A dónde van a parar? ¿Cuánto se gasta, y en qué se gasta?
Revisemos el presupuesto nacional para el año 2015 -que todavía figura como proyecto de ley en el sitio web de la Oficina de Presupuesto-. Lo primero que tenemos que ver es la composición del gasto por su finalidad. El Estado divide al gasto público en cinco grandes rubros según lo que provee: 1) administración gubernamental, 2) servicios de defensa y seguridad, 3) servicios sociales, 4) servicios económicos, y 5) deuda pública - es decir, lo que tiene que pagar por haberse endeudado en el pasado, sean intereses o el capital original.
El gasto público total asciende a la cifra de $1.251.630.248.497. That is, redondeando, un billón doscientos cincuenta mil millones de pesos. Sí, como escuchaste, un billón. A este nivel de gasto, el Ministerio de Economía asegura que se volverá al superávit fiscal (es decir, los ingresos por impuestos serán mayores a los gastos), mientras que otros dicen que el déficit se triplicará, porque el Ministerio está contando como ingresos los aportes del BCRA (creación de dinero, inflación, como querramos llamarlo) y la ANSES.
Para efectos prácticos, dividí los servicios económicos en los grandes rubros (energía, comunicaciones y transporte) y el resto (turismo, ecología, agro, finanzas). Lo mismo se hizo con los servicios sociales, que dividí en educación y cultura, salud, ciencia y técnica, y el resto (vivienda, agua potable).
El resultado:
Podemos ver que la seguridad social se lleva una porción -casi la mitad- del gasto público. ¿Qué es la seguridad social? Básicamente, el gasto de la ANSES: jubilaciones y planes sociales. ¿Es lógica esta cifra? Bueno, considerando que las jubilaciones son responsabilidad del Estado, en parte a través de la ANSES, sí, lo es. En Argentina hay cinco millones de jubilados y unos cuantos millones más que reciben prestaciones de la seguridad social.
El resto de los servicios sociales también se llevan una gran parte. Educación y cultura acaparan el 7% del gasto total del Estado, salud el 3%, y el resto -mayoritariamente programas de vivienda- el 6%.
Miremos, sin embargo, el lado izquierdo del gráfico. Los rubros de grandes servicios económicos a la energía, a las comunicaciones y al transporte, se llevan casi el 20% del gasto del Estado. ¿Qué son estos servicios económicos? Básicamente, subsidios y algunas obras. Esto es casi la mitad del gasto en seguridad social, y casi el doble que lo que se gasta en educación y salud juntos:
Tengamos en cuenta, sin embargo, que la mayor parte del gasto en educación y salud lo hacen las provincias, que son las que proveen la vasta mayoría del empleo público en esas áreas. (Las provincias no están incluidas en el presupuesto nacional).
El total de transferencias corrientes al sector privado -o sea, subsidios- asciende a la cifra de $199.506.547.329. Redondeando, 200 mil millones. Una cifra, como mínimo, extraordinaria.
Y es que los subsidios parecen ir en contra de lo que venimos diciendo de la seguridad social, ya que son la política más regresiva -es decir, que se impone a todos por igual, sin discriminar por ingreso- que existe. Tanto los hogares de ingresos altos como los de ingresos bajos reciben los beneficios de la subvención estatal a sus tarifas, aunque hayan tratado de desarmar este esquema.
Comparativamente, la deuda pública se llevará el año que viene el 8% del gasto del Estado nacional, o $96.432.221.460 - una cifra muy alta. Esto es lógico, dado que en el 2015 vencen una gran cantidad de series de deuda (por ejemplo, el famoso Boden 2015 o RO15 para los que lo miran en cartelera).
La administración gubernamental, que incluye a los tres poderes del Estado, se lleva el 6% del gasto. Un dato curioso de este rubro es relaciones interiores, que tiene asignado un monto de $30.594.544.666. ¿Qué es esto? Básicamente, el Fondo Federal Solidario -esa gran torta que se forma con los derechos de exportación de la soja-, y la producción de DNIs, pasaportes, y un largo etcétera.
Para terminar, pensemos cuánto de este gasto termina realmente en la finalidad prevista, aunque es muy difícil de medir. El rubro "educación y cultura", si bien tiene una asignación alta, ¿está mejorando la educación? ¿Y con la salud? ¿Y la seguridad interior? ¿Y los subsidios? Todas las cifras que se muestran acá son los datos formales que se presentan en el proyecto de ley del presupuesto. No pareciera haber grandes problemas en la distribución del gasto, con excepción quizás de los subsidios. SIn embargo, no muestran cómo se terminan gastando - si llegan a destino o se quedan en el camino.
Eso es otro tema, diría Santo Biasatti.
Revisemos el presupuesto nacional para el año 2015 -que todavía figura como proyecto de ley en el sitio web de la Oficina de Presupuesto-. Lo primero que tenemos que ver es la composición del gasto por su finalidad. El Estado divide al gasto público en cinco grandes rubros según lo que provee: 1) administración gubernamental, 2) servicios de defensa y seguridad, 3) servicios sociales, 4) servicios económicos, y 5) deuda pública - es decir, lo que tiene que pagar por haberse endeudado en el pasado, sean intereses o el capital original.
El gasto público total asciende a la cifra de $1.251.630.248.497. That is, redondeando, un billón doscientos cincuenta mil millones de pesos. Sí, como escuchaste, un billón. A este nivel de gasto, el Ministerio de Economía asegura que se volverá al superávit fiscal (es decir, los ingresos por impuestos serán mayores a los gastos), mientras que otros dicen que el déficit se triplicará, porque el Ministerio está contando como ingresos los aportes del BCRA (creación de dinero, inflación, como querramos llamarlo) y la ANSES.
Para efectos prácticos, dividí los servicios económicos en los grandes rubros (energía, comunicaciones y transporte) y el resto (turismo, ecología, agro, finanzas). Lo mismo se hizo con los servicios sociales, que dividí en educación y cultura, salud, ciencia y técnica, y el resto (vivienda, agua potable).
El resultado:
Podemos ver que la seguridad social se lleva una porción -casi la mitad- del gasto público. ¿Qué es la seguridad social? Básicamente, el gasto de la ANSES: jubilaciones y planes sociales. ¿Es lógica esta cifra? Bueno, considerando que las jubilaciones son responsabilidad del Estado, en parte a través de la ANSES, sí, lo es. En Argentina hay cinco millones de jubilados y unos cuantos millones más que reciben prestaciones de la seguridad social.
El resto de los servicios sociales también se llevan una gran parte. Educación y cultura acaparan el 7% del gasto total del Estado, salud el 3%, y el resto -mayoritariamente programas de vivienda- el 6%.
Miremos, sin embargo, el lado izquierdo del gráfico. Los rubros de grandes servicios económicos a la energía, a las comunicaciones y al transporte, se llevan casi el 20% del gasto del Estado. ¿Qué son estos servicios económicos? Básicamente, subsidios y algunas obras. Esto es casi la mitad del gasto en seguridad social, y casi el doble que lo que se gasta en educación y salud juntos:
Tengamos en cuenta, sin embargo, que la mayor parte del gasto en educación y salud lo hacen las provincias, que son las que proveen la vasta mayoría del empleo público en esas áreas. (Las provincias no están incluidas en el presupuesto nacional).
El total de transferencias corrientes al sector privado -o sea, subsidios- asciende a la cifra de $199.506.547.329. Redondeando, 200 mil millones. Una cifra, como mínimo, extraordinaria.
Y es que los subsidios parecen ir en contra de lo que venimos diciendo de la seguridad social, ya que son la política más regresiva -es decir, que se impone a todos por igual, sin discriminar por ingreso- que existe. Tanto los hogares de ingresos altos como los de ingresos bajos reciben los beneficios de la subvención estatal a sus tarifas, aunque hayan tratado de desarmar este esquema.
Comparativamente, la deuda pública se llevará el año que viene el 8% del gasto del Estado nacional, o $96.432.221.460 - una cifra muy alta. Esto es lógico, dado que en el 2015 vencen una gran cantidad de series de deuda (por ejemplo, el famoso Boden 2015 o RO15 para los que lo miran en cartelera).
La administración gubernamental, que incluye a los tres poderes del Estado, se lleva el 6% del gasto. Un dato curioso de este rubro es relaciones interiores, que tiene asignado un monto de $30.594.544.666. ¿Qué es esto? Básicamente, el Fondo Federal Solidario -esa gran torta que se forma con los derechos de exportación de la soja-, y la producción de DNIs, pasaportes, y un largo etcétera.
Para terminar, pensemos cuánto de este gasto termina realmente en la finalidad prevista, aunque es muy difícil de medir. El rubro "educación y cultura", si bien tiene una asignación alta, ¿está mejorando la educación? ¿Y con la salud? ¿Y la seguridad interior? ¿Y los subsidios? Todas las cifras que se muestran acá son los datos formales que se presentan en el proyecto de ley del presupuesto. No pareciera haber grandes problemas en la distribución del gasto, con excepción quizás de los subsidios. SIn embargo, no muestran cómo se terminan gastando - si llegan a destino o se quedan en el camino.
Eso es otro tema, diría Santo Biasatti.
sábado, 25 de octubre de 2014
¿Qué hacer con los ahorros?
La eterna pregunta de todos los que consiguen guardar algunos pesos para ahorrar.
Qué pregunta. Veamos las cotizaciones de diversos activos -acciones, bonos, commodities, moneda extranjera- hace un año atrás, y las del día de hoy. La diferencia de cotización, en porcentaje, es el rendimiento anual - o cuánto más vale ese activo hoy respecto a un año antes.
Empecemos por la pregunta de qué no hay que hacer, cuya respuesta es obvia: quedarse con los pesos. La inflación es un impuesto no legislado; el Banco Central te saca valor de los pesos de tu bolsillo ampliando la cantidad de dinero y causando la suba de los precios. Quedarse con los pesos destruye tu riqueza en casi la mitad (40%) por año. Esto es, con la misma cantidad de pesos tenés un 40% menos de bienes y servicios dentro de un año.
Primera conclusión: quedarse con los pesos es la peor opción en términos de rentabilidad.
¿A qué podemos recurrir, entonces?
1) La opción más común para la clase media argentina es, claro está, el plazo fijo. No es difícil de contratar, es bastante seguro en pesos (a diferencia de los 2000-2001). Ahora, ¿es rentable? La respuesta es no. La tasa BADLAR, que mide el promedio de tasas de plazos fijos de 30 a 35 días (para más de un millón de pesos, bueno, pero no son muy distintas), estaba en 18.5% hace un año. Colocando $1000 hace un año en plazo fijo, produciría hoy $1185. Sin embargo, necesitarías $1400 para poder comprar exactamente la misma cantidad de bienes y servicios. En términos de poder de compra, perdiste un 20%.
Hacia abril-mayo hubo un pico en la tasa de interés, que llegó a tocar 27-28%. Sin embargo, those days are long gone: hoy está en 20%.
Los pros del plazo fijo: es una de las opciones más accesibles para cualquier persona común, y es mejor que quedarse con billetes en el bolsillo. Pero si la intención es ganarle a la inflación, bueno, se pierde.
2) La otra opción masiva: el dólar. Por estos días el blue se mantiene (policialmente) en $14,70, pero hace dos semanas tocaba $16. A ese precio, otorgaba una rentabilidad anual de 65%. Por estos días, sin embargo, tanto el oficial como el blue han tenido aproximadamente la misma rentabilidad, levemente superior a la inflación.
¿Es conveniente el dólar? Depende. Tarde o temprano, el tipo de cambio ajustará por inflación. En el peor escenario, el peor de los mundos posibles, sólo se gana la tasa de inflación. Mucho más rentable que un plazo fijo.
3) ¿Qué hace un ahorrista con más opciones en la mano? Compra una cartera de activos financieros: acciones y bonos. Una acción es un derecho sobre una porción del capital de una empresa. Un bono es una promesa de pago futuro, con interés. (Wikipedia lo explica más detalladamente).
La verdad es que hay cierto optimismo en el mercado de acciones en lo que va del año. En bonos la cosa está un poco más complicada, después del default.
Algunos dicen que el mercado sube por las expectativas post-2015, otros porque el mercado está inflado para comprar dólares "contado con liquidación". El contado con liquidación es una maniobra financiera donde se compran activos argentinos, se transfieren al exterior en cierta proporción, y se venden a dólares contantes y sonantes.
Comparado con un año atrás, un inversor que hubiera comprado acciones del sector petrolero y bancario, hubiera tenido una rentabilidad muy superior a la inflación. No está claro cuál va a ser la tendencia de ahora en más, pero es probable que continúen las buenas expectativas.
4) Commodities. En el cuadro sólo está el oro, opción recurrente para algunos. A U$D 1230.80 la onza en el mercado internacional, el oro sigue bastante estable. En el mercado local, es una forma de "atar" tu activo a la inflación: si suben los precios, también va a subir el precio del oro. Por ahora, lo ha hecho por encima de la inflación (65%).
5) Otros: el mercado inmobiliario. Hoy por hoy, está prácticamente frenado. Pero es otra clásica opción de los argentinos ("el ladrillo dura más que el papel"). Sin embargo, los precios siguen estables, en términos de dólares.
Por supuesto, hay muchas más opciones que requieren de tiempo y ganas de aprender. Pero están ahí, al alcance de la mano de la mayoría de los ahorristas. En tiempos en que los precios vuelan, no es mejor un peso en la mano.
Qué pregunta. Veamos las cotizaciones de diversos activos -acciones, bonos, commodities, moneda extranjera- hace un año atrás, y las del día de hoy. La diferencia de cotización, en porcentaje, es el rendimiento anual - o cuánto más vale ese activo hoy respecto a un año antes.
Empecemos por la pregunta de qué no hay que hacer, cuya respuesta es obvia: quedarse con los pesos. La inflación es un impuesto no legislado; el Banco Central te saca valor de los pesos de tu bolsillo ampliando la cantidad de dinero y causando la suba de los precios. Quedarse con los pesos destruye tu riqueza en casi la mitad (40%) por año. Esto es, con la misma cantidad de pesos tenés un 40% menos de bienes y servicios dentro de un año.
Primera conclusión: quedarse con los pesos es la peor opción en términos de rentabilidad.
¿A qué podemos recurrir, entonces?
1) La opción más común para la clase media argentina es, claro está, el plazo fijo. No es difícil de contratar, es bastante seguro en pesos (a diferencia de los 2000-2001). Ahora, ¿es rentable? La respuesta es no. La tasa BADLAR, que mide el promedio de tasas de plazos fijos de 30 a 35 días (para más de un millón de pesos, bueno, pero no son muy distintas), estaba en 18.5% hace un año. Colocando $1000 hace un año en plazo fijo, produciría hoy $1185. Sin embargo, necesitarías $1400 para poder comprar exactamente la misma cantidad de bienes y servicios. En términos de poder de compra, perdiste un 20%.
Hacia abril-mayo hubo un pico en la tasa de interés, que llegó a tocar 27-28%. Sin embargo, those days are long gone: hoy está en 20%.
Los pros del plazo fijo: es una de las opciones más accesibles para cualquier persona común, y es mejor que quedarse con billetes en el bolsillo. Pero si la intención es ganarle a la inflación, bueno, se pierde.
2) La otra opción masiva: el dólar. Por estos días el blue se mantiene (policialmente) en $14,70, pero hace dos semanas tocaba $16. A ese precio, otorgaba una rentabilidad anual de 65%. Por estos días, sin embargo, tanto el oficial como el blue han tenido aproximadamente la misma rentabilidad, levemente superior a la inflación.
¿Es conveniente el dólar? Depende. Tarde o temprano, el tipo de cambio ajustará por inflación. En el peor escenario, el peor de los mundos posibles, sólo se gana la tasa de inflación. Mucho más rentable que un plazo fijo.
3) ¿Qué hace un ahorrista con más opciones en la mano? Compra una cartera de activos financieros: acciones y bonos. Una acción es un derecho sobre una porción del capital de una empresa. Un bono es una promesa de pago futuro, con interés. (Wikipedia lo explica más detalladamente).
La verdad es que hay cierto optimismo en el mercado de acciones en lo que va del año. En bonos la cosa está un poco más complicada, después del default.
Algunos dicen que el mercado sube por las expectativas post-2015, otros porque el mercado está inflado para comprar dólares "contado con liquidación". El contado con liquidación es una maniobra financiera donde se compran activos argentinos, se transfieren al exterior en cierta proporción, y se venden a dólares contantes y sonantes.
Comparado con un año atrás, un inversor que hubiera comprado acciones del sector petrolero y bancario, hubiera tenido una rentabilidad muy superior a la inflación. No está claro cuál va a ser la tendencia de ahora en más, pero es probable que continúen las buenas expectativas.
4) Commodities. En el cuadro sólo está el oro, opción recurrente para algunos. A U$D 1230.80 la onza en el mercado internacional, el oro sigue bastante estable. En el mercado local, es una forma de "atar" tu activo a la inflación: si suben los precios, también va a subir el precio del oro. Por ahora, lo ha hecho por encima de la inflación (65%).
5) Otros: el mercado inmobiliario. Hoy por hoy, está prácticamente frenado. Pero es otra clásica opción de los argentinos ("el ladrillo dura más que el papel"). Sin embargo, los precios siguen estables, en términos de dólares.
Por supuesto, hay muchas más opciones que requieren de tiempo y ganas de aprender. Pero están ahí, al alcance de la mano de la mayoría de los ahorristas. En tiempos en que los precios vuelan, no es mejor un peso en la mano.
viernes, 3 de octubre de 2014
¿Por qué suben los precios?
Prendés la radio a la mañana. ¿De qué están hablando? Probablemente, de la inflación. Y con razón: tomando las cifras del Congreso, Argentina tiene hoy una tasa de inflación de 38.9%, lo que nos ubicaría terceros en el mundo después de Venezuela (60.9%) y Sudán (46.8%).
Esto es, en promedio (en realidad, un promedio ponderado), los precios de los productos que consumen las familias son hoy 38.9% más caros que hace un año. Y no, esto no es normal. O, digamos, sí, pero no debería serlo.
¿Qué es lo que hace que los precios suban? ¿Son las empresas? ¿Es el gobierno? ¿Es Coto? ¿Por qué la inflación aparece y desaparece en la Argentina? ¿Por qué, si uno cruza la frontera hacia otro país, los precios no suben?
Hay suficiente consenso en el mundo económico sobre la respuesta: la causa de la inflación es monetaria, por lo menos en el largo plazo. Las empresas, en general, no pueden hacer mucho para cambiar el nivel de precios de toda la economía.
Supongamos que vamos al mercado en la plaza central de un pueblo, donde hay una variedad de comerciantes dispuestos a vendernos sus productos a un precio determinado. Todos los días cientos de personas asisten al mercado e intercambian billetes por productos. Los comerciantes hacen lo inverso: aceptan billetes a cambio de sus productos.
¿Por qué aceptan un pedazo de papel a cambio de sus valiosas manzanas o chocolates? Después de todo, se trata sólo de un pedazo de papel con un número escrito en él. Básicamente, lo hacen porque saben que con ese mismo papel, ellos pueden ir a comprar otros bienes a los demás comerciantes, o devolver deudas, o pagar impuestos. En otras palabras, todos aceptan los billetes porque confían en que los demás también lo harán a la hora de cambiarlos por bienes o servicios.
Centrémosnos en, por ejemplo, un vendedor de flores, y digamos que toda la economía es su negocio. El florista tiene, en total, 100 flores para vender. Todos los días sus clientes (que son muy románticos) le compran sus flores a $10 cada una. Es decir, en nuestra "economía" hay 100 * $10 = $1000. Hay tres cosas, entonces, que importan: la cantidad de flores, la cantidad de dinero, y los precios. Podríamos resumirlo así: hay una cantidad determinada de bienes (productos) que se producen para vender, y hay una cantidad determinada de dinero para comprarlos.
¿Qué tiene que ver esto con la inflación? Supongamos que un buen día la imprenta de nuestro pueblo imprime $1000 más, que empiezan a circular (a gastarse distintas veces en el mercado). Pensemos únicamente en el vendedor de flores, que al día siguiente le llegarán esos $1000. ¿Qué pasa si sigue vendiendo a $10 cada flor? Efectivamente, se quedará sin flores, como lo que pasaba en el post anterior.
La cantidad de dinero aumentó a $2000 ($1000 que había + los $1000 que se imprimieron). A esos precios, sin embargo, el florista encuentra que vendiendo sus flores a $20 vende exactamente la misma cantidad: 100 flores. Vendiendo a un precio más bajo, se queda sin flores. Vendiendo a un precio más alto, se quedará con flores sin vender. Cada vez que aumente la cantidad de pesos en la economía, los precios subirán, porque sólo hay una cantidad limitada de productos.
¿Es culpa del florista? En realidad, no. El florista podría, técnicamente, seguir aumentando sus precios. Pero a esos precios más altos, la gente simplemente no posee suficiente dinero para comprar sus flores, y se quedará con flores sin vender. Los precios que eligirá son aquéllos que le permitan vender todas sus flores. O, en otras palabras, aquellos que igualen la cantidad de dinero que la gente gasta con la cantidad de productos que tenga para vender.
En la realidad, es un poco más complicado. La economía tiene muchos mercados y "negocios de flores", y también está rodeada de otros países que poseen otras economías que interactúan con ella. Pero, no sorprendentemente, pasa lo mismo que en el caso del florista. En Argentina, las subidas de precios están muy asociadas a aumentos en la cantidad de pesos "dando vueltas", es decir, circulando y gastándose.
Pero, ¿de dónde salen todos estos pesos? ¿Por qué aumenta la cantidad de dinero en la economía? En la realidad, el organismo encargado de regular la cantidad de pesos en la economía es el Banco Central de la República Argentina (BCRA).
Puede crear pesos para comprar dólares. Las reservas del BCRA, tan mencionadas en las tapas de los diarios, crecen o decrecen a medida que se venden o compran dólares. Si el BCRA quiere aumentar las reservas, debe comprar dólares a los que los tienen. Y para eso, debe comprarlos con pesos recién creados. Si vende dólares, hace el camino opuesto: saca pesos de las manos de la gente, y les entrega dólares.
Sin embargo, y hoy en día, la principal causa de creación de pesos es el Estado nacional, que es deficitario fiscalmente. Es decir, lo que recauda en impuestos es menor a lo que gasta. ¿De dónde saca la diferencia? Le entrega un papel al BCRA que dice "yo, Estado nacional, te voy a pagar $1000 más un poco de interés, dentro de un año". A cambio, el BCRA le entrega $1000 recién creados.
Al día de hoy, el Estado nacional le debe al BCRA $217.900.000.000. Una cantidad, por lo menos, importante. Es, aproximadamente, la mitad de la base monetaria de toda la economía.
Si el Estado sigue este camino, es previsible que siga habiendo una inflación muy alta. Si se crean pesos y se ponen en circulación para gastar, indefectiblemente subirán los precios.
Lo que pueden tratar de hacer, entonces, es controlar los precios: los famosos Precios Cuidados. El gobierno emite una orden "el producto X debe valer el precio Y". Sin embargo, recordemos lo que le pasa al florista cuando los precios no se ajustan a la cantidad de dinero: se queda sin flores. Es entonces cuando la cosa se pone más fea. Y esa es la peor cara de la inflación.
Esto es, en promedio (en realidad, un promedio ponderado), los precios de los productos que consumen las familias son hoy 38.9% más caros que hace un año. Y no, esto no es normal. O, digamos, sí, pero no debería serlo.
¿Qué es lo que hace que los precios suban? ¿Son las empresas? ¿Es el gobierno? ¿Es Coto? ¿Por qué la inflación aparece y desaparece en la Argentina? ¿Por qué, si uno cruza la frontera hacia otro país, los precios no suben?
Hay suficiente consenso en el mundo económico sobre la respuesta: la causa de la inflación es monetaria, por lo menos en el largo plazo. Las empresas, en general, no pueden hacer mucho para cambiar el nivel de precios de toda la economía.
Supongamos que vamos al mercado en la plaza central de un pueblo, donde hay una variedad de comerciantes dispuestos a vendernos sus productos a un precio determinado. Todos los días cientos de personas asisten al mercado e intercambian billetes por productos. Los comerciantes hacen lo inverso: aceptan billetes a cambio de sus productos.
¿Por qué aceptan un pedazo de papel a cambio de sus valiosas manzanas o chocolates? Después de todo, se trata sólo de un pedazo de papel con un número escrito en él. Básicamente, lo hacen porque saben que con ese mismo papel, ellos pueden ir a comprar otros bienes a los demás comerciantes, o devolver deudas, o pagar impuestos. En otras palabras, todos aceptan los billetes porque confían en que los demás también lo harán a la hora de cambiarlos por bienes o servicios.
Centrémosnos en, por ejemplo, un vendedor de flores, y digamos que toda la economía es su negocio. El florista tiene, en total, 100 flores para vender. Todos los días sus clientes (que son muy románticos) le compran sus flores a $10 cada una. Es decir, en nuestra "economía" hay 100 * $10 = $1000. Hay tres cosas, entonces, que importan: la cantidad de flores, la cantidad de dinero, y los precios. Podríamos resumirlo así: hay una cantidad determinada de bienes (productos) que se producen para vender, y hay una cantidad determinada de dinero para comprarlos.
¿Qué tiene que ver esto con la inflación? Supongamos que un buen día la imprenta de nuestro pueblo imprime $1000 más, que empiezan a circular (a gastarse distintas veces en el mercado). Pensemos únicamente en el vendedor de flores, que al día siguiente le llegarán esos $1000. ¿Qué pasa si sigue vendiendo a $10 cada flor? Efectivamente, se quedará sin flores, como lo que pasaba en el post anterior.
La cantidad de dinero aumentó a $2000 ($1000 que había + los $1000 que se imprimieron). A esos precios, sin embargo, el florista encuentra que vendiendo sus flores a $20 vende exactamente la misma cantidad: 100 flores. Vendiendo a un precio más bajo, se queda sin flores. Vendiendo a un precio más alto, se quedará con flores sin vender. Cada vez que aumente la cantidad de pesos en la economía, los precios subirán, porque sólo hay una cantidad limitada de productos.
¿Es culpa del florista? En realidad, no. El florista podría, técnicamente, seguir aumentando sus precios. Pero a esos precios más altos, la gente simplemente no posee suficiente dinero para comprar sus flores, y se quedará con flores sin vender. Los precios que eligirá son aquéllos que le permitan vender todas sus flores. O, en otras palabras, aquellos que igualen la cantidad de dinero que la gente gasta con la cantidad de productos que tenga para vender.
En la realidad, es un poco más complicado. La economía tiene muchos mercados y "negocios de flores", y también está rodeada de otros países que poseen otras economías que interactúan con ella. Pero, no sorprendentemente, pasa lo mismo que en el caso del florista. En Argentina, las subidas de precios están muy asociadas a aumentos en la cantidad de pesos "dando vueltas", es decir, circulando y gastándose.
Pero, ¿de dónde salen todos estos pesos? ¿Por qué aumenta la cantidad de dinero en la economía? En la realidad, el organismo encargado de regular la cantidad de pesos en la economía es el Banco Central de la República Argentina (BCRA).
Puede crear pesos para comprar dólares. Las reservas del BCRA, tan mencionadas en las tapas de los diarios, crecen o decrecen a medida que se venden o compran dólares. Si el BCRA quiere aumentar las reservas, debe comprar dólares a los que los tienen. Y para eso, debe comprarlos con pesos recién creados. Si vende dólares, hace el camino opuesto: saca pesos de las manos de la gente, y les entrega dólares.
Sin embargo, y hoy en día, la principal causa de creación de pesos es el Estado nacional, que es deficitario fiscalmente. Es decir, lo que recauda en impuestos es menor a lo que gasta. ¿De dónde saca la diferencia? Le entrega un papel al BCRA que dice "yo, Estado nacional, te voy a pagar $1000 más un poco de interés, dentro de un año". A cambio, el BCRA le entrega $1000 recién creados.
Al día de hoy, el Estado nacional le debe al BCRA $217.900.000.000. Una cantidad, por lo menos, importante. Es, aproximadamente, la mitad de la base monetaria de toda la economía.
Si el Estado sigue este camino, es previsible que siga habiendo una inflación muy alta. Si se crean pesos y se ponen en circulación para gastar, indefectiblemente subirán los precios.
Lo que pueden tratar de hacer, entonces, es controlar los precios: los famosos Precios Cuidados. El gobierno emite una orden "el producto X debe valer el precio Y". Sin embargo, recordemos lo que le pasa al florista cuando los precios no se ajustan a la cantidad de dinero: se queda sin flores. Es entonces cuando la cosa se pone más fea. Y esa es la peor cara de la inflación.
miércoles, 24 de septiembre de 2014
¿Cuánto tiene que valer el dólar?
El dólar blue acaba de tocar $15.65 y está por llegar a $16. ¿Por qué si voy a una cueva lo consigo a $15.65 y en el mercado oficial -al que muy probablemente no puedas acceder- a $8.45? ¿Es mucho $15.65?
La respuesta (resumida) es: uno está controlado, con un precio que el Estado busca, y el otro no. Probablemente, el blue o ilegal esté más cerca del valor verdadero que tendría el dólar si hubiera un sólo mercado.
Si te interesa, podés seguir leyendo la respuesta larga.
Supongamos que vamos al casino. ¿Qué tenemos que hacer primero? Cambiar nuestros pesos por fichas, ya que dentro del casino sólo se pueden usar fichas. Está claro el primer punto de nuestro (digámosle así) análisis: afuera del casino, sólo se pueden usar pesos. Dentro del casino, sólo se pueden usar fichas.
Hay, entonces, dos "flujos" de cambio. Si uno entra al casino, debe cambiar pesos por fichas. Si uno sale del casino, debe cambiar fichas por pesos.
Argentina, en términos de dólares, es un casino. (Sí, bueno, también es un país poco serio, pero eso es otro tema). Si uno quiere entrar dinero a Argentina, debe cambiarlo a pesos si quiere comprar cosas -por lo menos legalmente-. Si suponemos que no hay otras monedas, al sacar dinero de Argentina uno debe cambiar sus pesos por dólares.
Vayamos al punto central de la cuestión: ¿a qué precio se cambian fichas por pesos? Supongamos que todas las noches entran 1000 jugadores al casino, y cambian en total $100.000 por fichas (todas las fichas son iguales). El casino tiene 10000 fichas, y las vende a $10 cada una. Le alcanza justo para cambiar todos los pesos que le entran por fichas.
Hay un "valor de cambio" de las fichas. Uno tiene que pagar 10 pesos si quiere una ficha, y si vende una ficha obtiene 10 pesos.
Supongamos que afuera los clientes están creciendo económicamente y, de repente, entran 2000 clientes una noche, que gastan en total $200.000. ¿Qué hace el casino? Tiene dos opciones.
1) Subir el precio de las fichas. El dueño del casino, que es inteligente, se da cuenta que no alcanzan las fichas y sube el precio a $20. En este caso, todo funciona bien: todos los clientes que querían fichas se quedan con las fichas.
Ningún cliente tiene incentivos para vender sus fichas a otros, ya que todos pueden ir y cambiarlas directamente en la caja registradora.
2) Seguir vendiendo fichas a $10. ¿Qué pasa? Sólo hay 10000 fichas. Si los $200.000 vienen a comprar fichas, nos quedamos sin fichas y $100.000 se quedan "insatisfechos", sin comprar fichas.
Sin embargo, los jugadores que lograron comprar fichas no son tontos. Algunos compran a $10, y van a un rincón escondido a venderle sus fichas a aquéllos que no llegaron a comprar fichas. Llamemos a esto el mercado blue de fichas. ¿A qué precio? Evidentemente, por encima de $10, ya que si no no venderían las fichas en el mercado blue, sino en la caja registradora del casino.
Cuantos más clientes insatisfechos no puedan comprar a $10, más clientes con más pesos irán a la esquina a comprar fichas blue, y va a subir el precio blue. Los que cambian fichas en el rincón, se irán contentos a sus casas con más pesos de los que entraron al casino.
Algo es claro, sin embargo. El casino puede decidir seguir ignorando que ahora hay $200.000 y no $100.000, pero no puede controlar el precio de las fichas en la esquina blue. El deseo de los jugadores de casino de entrar y gastar todo su sueldo en la ruleta está más allá de lo que pueda hacer el dueño del casino. Él sólo puede decir cuánto cuesta una ficha. Si no se fabrican más fichas, no queda otra que subir el precio, o restringir la cantidad de clientes que entran al casino. Caso contrario, el casino quiebra.
¿Cuánto vale realmente una ficha? Bueno, es claro que $10 es el precio "de forma", pero el precio blue nos muestra la verdadera "escasez" de las fichas. Si sobran pesos, y sube el precio blue, nos está mostrando que hay demasiados clientes y demasiados pesos para esa cantidad de fichas.
En el caso argentino, las fichas serían los dólares. Lamentablemente (bueno, depende) la Argentina no puede fabricar fichas-dólares. Argentina tiene que vender cosas al exterior para conseguir fichas-dólares, pero también gasta para traer cosas del exterior pagando con fichas-dólares, ya que afuera de Argentina sólo se puede pagar con fichas-dólares.
La cantidad de pesos ha crecido enormemente en los últimos años (en otro post discutiremos el problema de esto), pero se ha frenado la cantidad de fichas-dólares que la Argentina puede conseguir. Entonces, decidió seguir vendiendo al precio que venía vendiendo las fichas-dólares (o siguió vendiendo fichas a $10). El problema es que las fichas-dólares se agotan, porque a ese precio, hay demasiados pesos por ficha.
El mercado blue de fichas-dólares está en $15.65. ¿Es ese el valor real? Probablemente, no. Pero muestra que por cada dólar en el mercado blue, los clientes efectivamente prefieren pagar $15.65 para comprarlo antes que quedarse con los pesos. En ese sentido, se acerca mucho más a un valor que refleja cuántos pesos por dólar hay.
El Banco Central tiene 28.394 millones fichas-dólares (al día de hoy, y se puede discutir un poco). En papel, hay 402.000 millones de pesos. Si quisiéramos ir y cambiar todos los pesos por fichas-dólares, tendríamos que hacerlo teóricamente a $14.16 (al día de hoy).
Puede ser que $15.65 sea alto. No lo sabemos, y nadie puede saberlo, porque la única forma de saber cuántos pesos hay por cada ficha-dólar es abriendo la caja registradora y dejando que el precio de las fichas se decida abiertamente. Mientras tanto, sólo podemos controlar con un cepo cambiario cuántos clientes pueden comprar fichas-dólares y hacer malabares para que los otros clientes no consigan fichas-dólares.
Porque, recordemos, si seguimos vendiendo al mismo precio, se acaban las fichas y el casino quiebra. Y no queremos eso.
La respuesta (resumida) es: uno está controlado, con un precio que el Estado busca, y el otro no. Probablemente, el blue o ilegal esté más cerca del valor verdadero que tendría el dólar si hubiera un sólo mercado.
Si te interesa, podés seguir leyendo la respuesta larga.
Supongamos que vamos al casino. ¿Qué tenemos que hacer primero? Cambiar nuestros pesos por fichas, ya que dentro del casino sólo se pueden usar fichas. Está claro el primer punto de nuestro (digámosle así) análisis: afuera del casino, sólo se pueden usar pesos. Dentro del casino, sólo se pueden usar fichas.
Hay, entonces, dos "flujos" de cambio. Si uno entra al casino, debe cambiar pesos por fichas. Si uno sale del casino, debe cambiar fichas por pesos.
Argentina, en términos de dólares, es un casino. (Sí, bueno, también es un país poco serio, pero eso es otro tema). Si uno quiere entrar dinero a Argentina, debe cambiarlo a pesos si quiere comprar cosas -por lo menos legalmente-. Si suponemos que no hay otras monedas, al sacar dinero de Argentina uno debe cambiar sus pesos por dólares.
Vayamos al punto central de la cuestión: ¿a qué precio se cambian fichas por pesos? Supongamos que todas las noches entran 1000 jugadores al casino, y cambian en total $100.000 por fichas (todas las fichas son iguales). El casino tiene 10000 fichas, y las vende a $10 cada una. Le alcanza justo para cambiar todos los pesos que le entran por fichas.
Hay un "valor de cambio" de las fichas. Uno tiene que pagar 10 pesos si quiere una ficha, y si vende una ficha obtiene 10 pesos.
Supongamos que afuera los clientes están creciendo económicamente y, de repente, entran 2000 clientes una noche, que gastan en total $200.000. ¿Qué hace el casino? Tiene dos opciones.
1) Subir el precio de las fichas. El dueño del casino, que es inteligente, se da cuenta que no alcanzan las fichas y sube el precio a $20. En este caso, todo funciona bien: todos los clientes que querían fichas se quedan con las fichas.
Ningún cliente tiene incentivos para vender sus fichas a otros, ya que todos pueden ir y cambiarlas directamente en la caja registradora.
2) Seguir vendiendo fichas a $10. ¿Qué pasa? Sólo hay 10000 fichas. Si los $200.000 vienen a comprar fichas, nos quedamos sin fichas y $100.000 se quedan "insatisfechos", sin comprar fichas.
Sin embargo, los jugadores que lograron comprar fichas no son tontos. Algunos compran a $10, y van a un rincón escondido a venderle sus fichas a aquéllos que no llegaron a comprar fichas. Llamemos a esto el mercado blue de fichas. ¿A qué precio? Evidentemente, por encima de $10, ya que si no no venderían las fichas en el mercado blue, sino en la caja registradora del casino.
Cuantos más clientes insatisfechos no puedan comprar a $10, más clientes con más pesos irán a la esquina a comprar fichas blue, y va a subir el precio blue. Los que cambian fichas en el rincón, se irán contentos a sus casas con más pesos de los que entraron al casino.
Algo es claro, sin embargo. El casino puede decidir seguir ignorando que ahora hay $200.000 y no $100.000, pero no puede controlar el precio de las fichas en la esquina blue. El deseo de los jugadores de casino de entrar y gastar todo su sueldo en la ruleta está más allá de lo que pueda hacer el dueño del casino. Él sólo puede decir cuánto cuesta una ficha. Si no se fabrican más fichas, no queda otra que subir el precio, o restringir la cantidad de clientes que entran al casino. Caso contrario, el casino quiebra.
¿Cuánto vale realmente una ficha? Bueno, es claro que $10 es el precio "de forma", pero el precio blue nos muestra la verdadera "escasez" de las fichas. Si sobran pesos, y sube el precio blue, nos está mostrando que hay demasiados clientes y demasiados pesos para esa cantidad de fichas.
En el caso argentino, las fichas serían los dólares. Lamentablemente (bueno, depende) la Argentina no puede fabricar fichas-dólares. Argentina tiene que vender cosas al exterior para conseguir fichas-dólares, pero también gasta para traer cosas del exterior pagando con fichas-dólares, ya que afuera de Argentina sólo se puede pagar con fichas-dólares.
La cantidad de pesos ha crecido enormemente en los últimos años (en otro post discutiremos el problema de esto), pero se ha frenado la cantidad de fichas-dólares que la Argentina puede conseguir. Entonces, decidió seguir vendiendo al precio que venía vendiendo las fichas-dólares (o siguió vendiendo fichas a $10). El problema es que las fichas-dólares se agotan, porque a ese precio, hay demasiados pesos por ficha.
El mercado blue de fichas-dólares está en $15.65. ¿Es ese el valor real? Probablemente, no. Pero muestra que por cada dólar en el mercado blue, los clientes efectivamente prefieren pagar $15.65 para comprarlo antes que quedarse con los pesos. En ese sentido, se acerca mucho más a un valor que refleja cuántos pesos por dólar hay.
El Banco Central tiene 28.394 millones fichas-dólares (al día de hoy, y se puede discutir un poco). En papel, hay 402.000 millones de pesos. Si quisiéramos ir y cambiar todos los pesos por fichas-dólares, tendríamos que hacerlo teóricamente a $14.16 (al día de hoy).
Puede ser que $15.65 sea alto. No lo sabemos, y nadie puede saberlo, porque la única forma de saber cuántos pesos hay por cada ficha-dólar es abriendo la caja registradora y dejando que el precio de las fichas se decida abiertamente. Mientras tanto, sólo podemos controlar con un cepo cambiario cuántos clientes pueden comprar fichas-dólares y hacer malabares para que los otros clientes no consigan fichas-dólares.
Porque, recordemos, si seguimos vendiendo al mismo precio, se acaban las fichas y el casino quiebra. Y no queremos eso.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)