sábado, 8 de agosto de 2015

¿Cómo mejoramos el ingreso de los trabajadores?

¿Por qué algunos países tienen salarios más altos que otros? ¿Por qué en Alemania un trabajador promedio recibe ingresos por U$S 43.682 anuales -o U$S 3.640 mensuales- y en Argentina un trabajador promedio recibe ingresos entre $ 5.000 y $ 6.000 -o entre U$S 543 y U$S 652 mensuales, al tipo de cambio oficial-? ¿Cómo logramos que los trabajadores obtengan ingresos cada vez más altos?

La respuesta, si bien no es simple, es intuitiva. 

Para no romper con la tradición de este blog, comencemos con un ejemplo hipotético: supongamos que tenemos una fábrica de zapatos. Sabemos que existe una demanda de zapatos en la ciudad, y nosotros tenemos máquinas que sirven para producir zapatos. Nuestro producto, en el promedio de las zapaterías, se paga $1000 el par. Para obtener una ganancia, nos disponemos a producir con un costo menor a $1000 para apropiarnos de la diferencia.

¿Por qué contrataríamos nosotros trabajadores, o en otras palabras, demandaríamos trabajo? Porque, claramente, sin trabajadores no podría haber ninguna producción. Necesitamos personas que operen las máquinas de producir zapatos. Sin ellos, las máquinas -el capital de la empresa- se vuelve completamente inútil. En realidad, toda la empresa se vuelve inútil: si no producimos zapatos, no los vendemos y no obtenemos ninguna ganancia. El corolario es que los consumidores de zapatos también salen perdiendo; sin zapatos, ellos se pierden de un producto que desean.

¿Cuántos trabajadores vamos a contratar y cuánto les pagamos? La respuesta depende de dos cosas. Uno, de cuántos zapatos produzca cada trabajador. Y segundo, de cuánto valgan los zapatos.

Obviando el resto de los costos de la empresa, como energía, insumos y materias primas -es decir, manteniéndolos constantes-, supongamos que contratamos un trabajador que produce 5 pares de zapatos en el día. Si el par de zapatos se paga $1000 en el mercado, el valor producido por el trabajador es $5000 en el día (5 pares de zapatos x $1000). ¿Cuánto estaremos dispuestos a pagarle? Sólo hasta $5000 por día. Si le pagamos más, salimos perdiendo: los zapatos que produce van a valer menos que lo que le pagamos a él; o, en otras palabras, estaríamos vendiendo por debajo del costo
¿Y si le pagamos menos? Supongamos que le pagamos $4000 -y que el trabajador acepta ese salario-. Obtendríamos una ganancia de $1000 por día: el trabajador nos genera $5000, y nosotros le pagamos $4000. ¿Puede esto durar para siempre? En general, no, y por una simple razón. 

Se vuelve más atractivo contratar más trabajadores. Seguiremos contratando trabajadores mientras produzcan un valor superior en zapatos al salario que les debemos pagar. A medida que contratamos más trabajadores -y todas las fábricas de zapatos también lo hacen-, la demanda de trabajadores de la industria del zapato aumenta. Por simple ley de oferta y demanda, el precio del trabajo también sube. ¿Hasta cuánto va a subir el salario del trabajador? Hasta $5000. Mientras los trabajadores produzcan menos, es rentable contratar más. Para obtener más trabajadores, llega un punto en el que debemos pagarles más para que salgan de otros trabajos y vengan a nuestra zapatería.

¿Por qué, entonces, hay trabajadores que cobran más y otros que cobran menos? ¿Por qué varían entre países los salarios y por lo tanto el ingreso de los trabajadores? Por la productividad del trabajo. Cuanto más produzca un trabajador en valor, más atractivo se vuelve contratarlos y más subirá su precio -el salario- al aumentar la demanda.

¿De qué depende que un trabajador sea más o menos productivo? De un número de factores. Primero, de la educación: los trabajadores más formados son los que producen más. En el sector tecnológico, por ejemplo, los salarios tienden a ser muy altos.


Segundo, y quizás lo más importante, el capital. ¿Qué clase de máquinas de producir zapatos tenemos? Si tenemos una máquina que operada por un trabajador nos produce 5 pares de zapatos, nos genera un valor de $5000. Sin embargo, el mismo trabajador empleado en una máquina más moderna quizás nos produzca 10 ($10000), 15 ($15000), 20 ($20000) pares de zapatos en el mismo período de tiempo. El trabajador no cambió: lo que cambió es el capital -las máquinas-. Al producir más el trabajador, su salario también subirá, porque se vuelve mucho más rentable contratar trabajo. Sí: curiosamente, cuanto mejor capital -máquinas- hay en una economía, en general también están mejor los trabajadores.

Muy lindo en la teoría y en el ejemplo hipotético, ¿pero en la práctica se cumple? Asombrosamente -y no tanto-, sí. Los países más productivos laboralmente son también los que gozan de mejores salarios. En el siguiente gráfico podemos ver que los países en los que más producto se produce por hora trabajada, una medida de la productividad laboral, tienen también en promedio salarios más altos.
¿Qué debemos hacer, entonces, si queremos que mejoren los salarios? Primero, educación: los trabajadores más educados son más productivos, y reciben mejores salarios. Y segundo, mejorar el capital. Con mejor capital, los trabajadores también se vuelven más productivos. Para eso, son necesarios la inversión y el ahorro. Paradójicamente, los trabajadores están mejor donde hay más capital.

En Argentina vivimos escuchando políticos prometer mejoras para los trabajadores. Mediante negociaciones con sindicatos y empresas, el Estado trata siempre de manejar los salarios según el ciclo político de elecciones. Sin embargo, nada de esto pareciera funcionar en el largo plazo. La única forma de mejorar a los trabajadores es con educación, ahorro e inversión. Nada que no sepamos, pero es bueno una dosis de sentido común en estas épocas.

domingo, 31 de mayo de 2015

¿Se viene el ajuste?: Episodio I

Las grandes expectativas y el frenesí por las elecciones presidenciales de este año marcan un nuevo debate en los medios: ¿qué va a hacer el próximo gobierno? O, en otras palabras: ¿qué posición va a tomar frente a los desequilibrios macroeconómicos?

Con los precios subiendo a un ritmo del 27.5% anual, un déficit fiscal que se multiplicó por seis comparado con el mismo período de 2014, y un dólar que no se mueve mucho, la situación no es una que nos gustaría heredar como nuevo gobierno. Básicamente, porque la próxima administración tendrá que hacer el trabajo sucio, o el famoso ajusteAcumular años de inflación, déficit fiscal o atraso cambiario (dólar) no es sostenible en el largo plazo.

¿Qué es el ajuste? Generalmente nos referimos con la palabra a un conjunto de medidas tales como la baja del gasto público o subida de impuestos, quizás una devaluación, y una situación general de "apretar el cinturón". Es decir, medidas que ningún político querría tomar.

En este post trataremos el aspecto más antipático -lo siento-: el déficit fiscal. ¿Qué significa que haya un déficit fiscal de $57.750 millones en el primer trimestre? Significa que el Estado nacional gastó $57.750 millones más de lo que recaudó. La suma de todos los gastos que efectuó fue mayor a la suma de impuestos y recursos que impuso a la población. ¿Es esto un problema? La mayoría de las veces, sí. 

Para una familia es un problema gastar más de lo que obtiene de ingresos. Si bien el Estado no se rige totalmente por la mismas reglas que un hogar, padece al igual que el resto de los mortales la inevitabilidad de los límites económicos. Supongamos que Juan consigue $8.000 por mes y gasta $10.000. ¿Qué puede hacer Juan? ¿De dónde saca el dinero, si sus ingresos no le alcanzan?

1) Puede imprimir dinero. Bueno, si Juan lo hace, claramente irá preso. Sin embargo, el Estado sí puede hacerlo, aunque tiene un costo muy grande.

Si el Estado necesita $2.000 que no tiene para gastarlos, recurre al Banco Central, quien tiene el monopolio sobre la moneda y su creación. El Banco Central tiene la impresora (tanto metafórica como real) de dinero. Simplemente, imprime $2.000, se los presta al Estado y ¡listo! Se puede gastar.
Esto choca fuertemente contra nuestro sentido común. ¿Cómo puede alguien tener dinero ilimitado? Bueno, obviamente, no lo tienen. Como mencionamos antes en este blog, los precios suben al crearse nuevo dinero y gastarse. ¿Qué termina pasando? Inflación. Por lo tanto, esta opción es fuertemente restrictiva, aunque en los tiempos que corren es muy usual. Si el próximo gobierno quiere reducir la inflación, no le quedará otra opción que dejar de imprimir dinero nuevo a ritmos altos.

2) Puede endeudarse. Necesita que alguien le preste $2.000 para seguir gastando lo que quiere gastar. El banco puede acceder a prestarle $2.000, con la condición de que los devuelva con un interés. ¿Es útil esta opción? Depende. Si se va a endeudar todos los meses, claramente podemos ver que Juan terminará perdiendo todo su ingreso en pagar intereses -y ni hablemos de devolverle al banco- si se empeña en gastar $10.000.

El Estado puede hacer lo mismo. Puede tomar deuda de personas u organismos del exterior (el famoso Fondo Monetario Internacional o inversores extranjeros, a los cuales debemos unos U$S 1.500 que están en el limbo), o puede hacer promesas de pago a organismos argentinos. De hecho, esta segunda forma es la más preferida de los últimos años. 

El Tesoro Nacional le debe al BCRA, por ejemplo, una suma de $268.350.000.000. El mayor fondo de la ANSES (el Fondo de Garantía de Sustentabilidad) es en un 65% préstamos al gobierno. En otras palabras, el Estado para cubrir sus gastos tuvo que pedirle prestado a lo largo de los años $292.000.000.000 al organismo encargado de la previsión social.

¿Cuál es el problema? Que la deuda hay que pagarla, y no es gratis. Endeudarse para pagar gastos que se van a realizar todos los meses requiere de cada vez más dinero para pagar los intereses de la deuda, lo que nos lleva a la próxima opción.

3) Puede aumentar sus ingresos. Para gastar $10.000 o terminar de pagar su deuda acumulada, Juan necesitará obligatoriamente aumentar sus ingresos (a menos que quiera caer en la quiebra y ser embargado). Deberá trabajar más o conseguir un ingreso extra de $2.000 para solventar sus gastos. 

En el caso del Estado, hablamos de impuestos. Sin embargo, a este nivel de carga impositiva (por cada peso generado en la economía, el Estado se lleva 46 centavos), aumentar los impuestos se vuelve una tarea herculeana. No sólo por la molestia de las personas al tener que pagar más, sino porque la evasión (no pagar los impuestos) es una respuesta esperable. Por lo tanto, podemos suponer que no quedará otra opción más que:

4) Bajar los gastos. Si Juan baja su gasto a $8.000, se acaba el problema. El drama de este método es que, obviamente, a nadie le gusta dejar de gastar. Ni a Juan, que estaba cómodo comprando más cosas, ni a los comerciantes que recibían sus compras.

El Estado podría reducir sus gastos, aunque es un tema muy sensible políticamente. Los subsidios, que representan una cifra astronómica, abaratan las tarifas de las clases bajas, medias y altas. Claramente, nadie quiere pagar más por su gas o electricidad. Los salarios de los empleados públicos son otra gran porción del gasto, pero ¿quién quiere perder su trabajo? Por otra parte, eliminar los planes sociales sería obviamente la opción más impopular de todas.

Este año, el Estado tiene pensado gastar $1.250.000.000.000, o un billón doscientos cincuenta mil millones de pesos. El problema, de nuevo, es que no se puede gastar indefinidamente más de lo que ingresa, y al Estado nacional le quedan pocas opciones más que tener que reducir sus gastos. 
Por lo tanto, delimitemos las opciones que tiene el próximo gobierno. ¿Puede hacer (1)? Si quiere bajar la inflación, que ya está en niveles altos, no. ¿Qué hay de (2)? Not so fast: Argentina sigue en default, lo que le impone tasas muy altas en dólares para endeudarse con el exterior. ¿Y seguir endeudándose con el BCRA o ANSES -alias "jubilados"-? Bueno, podría, pero se está llegando a niveles impagables.

¿Subir los impuestos (3)? Por lo que ya mencionamos, es una opción más dura que (1) o (2), y menos popular al ser más directa.

¿Qué podemos esperar que haga el próximo gobierno? No quedan muchas opciones. Sólo una, de hecho: deberá reducir sus gastos. ¿Te lo puedo asegurar? No. Pero si quieren bajar la inflación, deberán hacerlo. 

Acá entra a jugar el trade-off: si queremos bajar la inflación, hay que bajar el gasto público para el mismo nivel de ingresos, o endeudarse -opción limitada-. Si queremos gastar más de lo que se recauda imprimiendo la diferencia, hay inflación. 

Lamentablemente, sobre la Tierra todavía no existe un método para tener infinitos recursos. Ni para Juan, ni para el Estado.

miércoles, 25 de febrero de 2015

¿Es previsible una devaluación?

En forma resumida: sí. La causa es muy simple. Es insostenible un nivel de inflación de 40% sin mover el tipo de cambio (es decir, dólar/euro/resto de monedas). A menos que se desee destruir por completo una economía, claro está. No está claro cuándo -las decisiones del Banco Central suelen ser muy arbitrarias-, ni cuánto, pero está claro que sin que suba el dólar la economía no resiste.

El atraso cambiario es un problema. Si los precios dentro de un país -en nuestro caso, en pesos- suben, pero el dólar no lo hace por intervención de las autoridades monetarias, se producen desajustes que pueden ser muy graves. Nuestra historia, la argentina, es básicamente la historia del atraso cambiario: ciclos de años y años de no dejar ajustar el precio del dólar llegan a explosiones de precios cuando la situación no da para más (el "Rodrigazo" de 1975, el fin de la tablita de Martínez de Hoz, o enero de 2002). Controlar el dólar es como jugar con dinamita económica. 

Como ejemplo, seamos bien occidentalistas y tomemos un bien que todo el mundo consume: el BigMac (The Economist hace unos años creó un BigMac Index en broma, pero se terminó tomando en serio). Un BigMac sale en promedio en los Estados Unidos U$S 4.79. El problema pasa por cuántos dólares al tipo de cambio actual sale un BigMac en los distintos países del mundo. 


Por ejemplo, en el Reino Unido un BigMac sale £2.89. A un tipo de cambio de £0.66 por dólar, sale U$S 4.37. Esto significa que el Reino Unido -en BigMac's, por lo menos- es una economía más barata que la estadounidense. Si uno fuera con dólares a Reino Unido, puede comprar más BigMac's con la misma cantidad de dinero. En el otro extremo tenemos a Suiza, donde sale 6.50 francos suizos, o U$S 7.49 (hay lugares de Zürich donde sale ¡17 dólares!). Evidentemente, si Suiza quisiera hipotéticamente exportar BigMac's estaría en un grave problema: el resto del mundo los puede vender mucho más baratos.

Ahí está el problema del tipo de cambio, y por qué es un precio tan sensible. En Argentina, un BigMac sale oficialmente $30, lo cual es algo ridículo, pero es un precio "retocado" por presiones oficiales para que este índice BigMac (que originalmente era una broma) no nos dé tan mal. Pero bueno, supongamos que sale $30. A $8.61 por dólar, un BigMac sale U$S 3.25. Mucho más barato que en los Estados Unidos. (Nota: la última vez que miré, costaba $68, o U$S 7.89).

Esto es bueno para la economía argentina (o malo si tomamos el precio real y no el INDEC-based). A una economía con un sector exportador grande le conviene tener precios en dólares más bajos que los del mundo. ¿Por qué? Porque si el mundo tiene precios más caros, los productos argentinos son relativamente más baratos, y por lo tanto más competitivos.

Ahora viene el toque argentino: la inflación. Nuestros precios, gracias al Banco Central, subieron 40% el año pasado. Supongamos que el BigMac va a subir 33% este año y pasará a costar $40. Si el dólar sigue en $8.61, un BigMac costará ¡más! en dólares: U$S 4.64. Casi como en Estados Unidos. Esto es malo para la hipotética exportación de BigMac's argentinas: ahora será menos atractivo comprar BigMac's de este rincón del mundo.

Y ahí radica el problema. El dólar es básicamente un precio más, pero es un precio del que depende toda la economía exportadora. Si suben los precios dentro de Argentina mucho más que fuera de Argentina pero el dólar no sube, nos estamos encareciendo en términos de dólares (o euros, o coronas suecas, o whatever). El interior argentino, en una gran medida productor de bienes que se terminan exportando, se ve perjudicado. Además de esto, las importaciones se vuelven relativamente más baratas.

¿Y por qué no dejar que el dólar suba?, retrucaría una persona con sentido común. Bueno, porque es muy tentador para la política que no suba. Primero, siempre se trata de usar al dólar como "ancla" de la inflación. Si se producen saltos en el dólar, los bienes importados van a subir en precio; la industria vive en su mayoría de bienes importados. Por supuesto, sería mucho más simple *dejar de crear dinero* en vez de tapar los agujeros cambiarios, pero bueno, sabemos cómo es la política.



Segundo, porque el poder adquisitivo en términos de dólares aumenta si el dólar no sube. En español criollo, es más barato ir a Miami. Un sector de la sociedad ve aumentar su poder de compra (en términos relativos, claro) en relación a bienes del exterior. Y esto es bueno para ganar elecciones, suponiendo que no hay recesión, o sea, cuando la economía crece negativamente.

Más allá de la necesidad de sostener la economía exportadora, hay otra razón por la cual es previsible una devaluación. El Banco Central a duras penas puede sostener el nivel de reservas internacionales (en dólares, oro, y etcéteras). Hoy por hoy, debe ¡$310.000.000.000! en Letras y Notas del Banco Central, o bonos a corto plazo -un año o menos-. Esto es, trescientos diez mil millones de pesos. Una cifra astronómica. A $8.61 por dólar, es nada más ni nada menos que U$S 36.000.000.000: ¡más que las reservas! Es técnicamente imposible pagar esto sin crear más dinero para pagarlo. Devaluando, el Banco Central reduce el costo de sus deudas. Y creo que no quedará más opción que hacerlo.

Y a todo esto podemos sumarle una caída en las exportaciones, lo que pone aún más presión sobre el dólar al haber menos oferta: si se venden menos productos argentinos en el exterior, hay menor ingreso de dólares al país como pago de esos productos.

Repito: no sé -ni nadie sabe, ni puede saber- cuándo se va a producir. Yo me jugaría a que el gobierno tratará de llegar a las elecciones sin mover mucho el dólar, para no descomprimir la olla a presión de los precios. Es dudoso que puedan hacerlo a este ritmo, pidiendo yuanes al gobierno chino y limitando las importaciones para que no se compren tantos dólares. Pero lo que está claro es que si los precios suben, también debe hacerlo el dólar. Tarde o temprano, lo hará. Repentinamente, o de a poco. Históricamente siempre fue repentino, pero démosnos una oportunidad.


(Posdata: claramente esquivé el tema financiero - el tema inversión extranjera/endeudamiento del Estado en dólares/fuga de capitales da para otro post entero).

domingo, 21 de diciembre de 2014

¿Qué pasa con el petróleo?

En el mundo se derrumba, casi un 45% desde julio, el precio del petróleo. El petróleo Brent pasó de cotizar a U$S 145 el barril en 2008 a U$S 57.13 en la última cotización del viernes.

¿Qué pasa? ¿No es el petróleo un bien fundamental para la sociedad moderna? ¿Cómo puede ser que baje su precio si es ampliamente demandado?



Bueno, en realidad hay muchos factores. En realidad, la cotización que vemos en la pantalla del televisor son contratos future, o sea, de entregar (o recibir) petróleo en el futuro. ¿De qué depende el precio en que pactemos vos, productor de petróleo, y yo, consumidor de petróleo, que me entregues X cantidad de petróleo en el futuro? Simple: de la cantidad que esperemos que se produzca de petróleo, y por lo tanto, haya disponible, y de la cantidad que se quiera consumir de petróleo. En otras palabras, la famosa oferta y demanda.

En realidad, el mercado del petróleo es un poco más complicado (si me escucha un especialista en petróleo decir "un poco más complicado", me mata). El tema es la famosa OPEP (u OPEC en inglés): la Organización de Países Exportadores de Petróleo. Incluye a varios países que producen cantidades masivas de crudo: Venezuela, Irak, Angola, Arabia Saudita, y una lista que sigue.

¿Qué hace la OPEP? Básicamente, se dedica a coordinar cuánto producir, y por lo tanto, a qué precio cobrar el petróleo. Uniéndose a tomar decisiones conjuntas tienen mucho más poder de mercado y posibilidades de maximizar ganancias. Restringiendo las cantidades que se producen, cambia el precio, y estos países pueden aumentar sus rentas. Básicamente, eso pasó en los 70', cuando Occidente se puso de rodillas ante un puñado de países que lograron cuadruplicar el precio en un año.


¿Sube el precio por acciones de la OPEP? Mayoritariamente, no. La OPEP ha perdido poder en los últimos años, por razones que veremos en seguida. ¿Qué pasa, entonces? Hay una lista de factores.

1) Primero, y lo que pareciera más importante, la masiva producción en Occidente de petróleo gracias a la revolución shale. El fracking, técnica para extraer petróleo y gas shale, está revolucionando el mercado energético mundial. Países como Estados Unidos, netos importadores de petróleo, están comenzando a producir cantidades gigantescas de shale gas y oil. Según el New York Times, la producción estadounidense de petróleo ha aumentado un 70% desde 2008, y por lo tanto, las importaciones desde países de la OPEP han caído hasta un 50%. Esto pone presión a la baja sobre el precio, y explica por qué la OPEP ya no tiene el poder que solía tener. 


2) Baja demanda global. La economía mundial pareciera estar en un estado melancólico: Europa al borde de la recesión, Asia desacelerándose, y Estados Unidos creciendo a un ritmo moderado. Claramente, la demanda de petróleo no está en su punto más alto: al no crecer mucho la producción global, se demanda menos petróleo (insumo básico).


3) Arabia Saudita, productora de casi un tercio del petróleo de la OPEP, ha decidido no hacer nada. Los costos de producción para los saudis son increíblemente bajos: de 5 o 6 dólares por barril. Si decidieran recortar la producción para subir el precio, los beneficios irían al resto de la OPEP; a casi 50 dólares de ganancia por barril, no están interesados.

Hagamos un ejercicio mental: ¿qué consecuencias tiene esto para el mundo, y en especial, para Argentina?

Empecemos por el mundo. Claramente, los perdedores son los países que en algún momento ejercieron presión al resto con el petróleo: Rusia -principal exportador de petróleo a Europa-, Venezuela, Irán. Todos ellos se ven perjudicados por menores exportaciones, al caer el valor de ellas. Rusia vio devaluarse el rublo casi un 20% en ¡una semana!. Venezuela difícilmente pueda mantener su gasto público a estos niveles. El Medio Oriente pierde poder de presión. También puede tener consecuencias ambientales: a este precio de petróleo, se incrementa la competencia sobre las energías renovables, que vienen creciendo a un ritmo gigante.

Los grandes ganadores son los consumidores: en los países importadores (India, Japón, Europa), la población goza de precios más bajos de petróleo.


¿Qué pasa con Argentina? Bueno, a corto plazo, esto es muy bueno. Argentina es importador neto de petróleo, con una producción que cae hace más de una década. Precios más bajos de petróleo traen un gran alivio sobre la balanza comercial, al reducirse las importaciones. En una época de un sector externo muy frágil, son buenas noticias.

En el largo plazo, el panorama es más sombrío. Vaca Muerta, ese gran tesoro hundido en la tierra, está balancéandose en el borde como Humpty Dumpty. A estos precios, nadie sabe a ciencia cierta cuán rentable es explotarla. Galuccio, el CEO de YPF, explica que no hay ningún tipo de riesgo y que se podrá producir petróleo para llenar las arcas del país. Otros lo ponen en duda.

Vaca Muerta (y por lo tanto, el sector externo argentino a mediano plazo) está así en un limbo petrolero. Podríamos empezar a hablar de la Vaca de Schrödinger: está viva y muerta al mismo tiempo. Y eso no es bueno. El tiempo nos dirá.

sábado, 29 de noviembre de 2014

¿En qué se gastan los impuestos?

En la Argentina el Estado Nacional impone decenas de impuestos. ¿A dónde van a parar? ¿Cuánto se gasta, y en qué se gasta?

Revisemos el presupuesto nacional para el año 2015 -que todavía figura como proyecto de ley en el sitio web de la Oficina de Presupuesto-. Lo primero que tenemos que ver es la composición del gasto por su finalidad. El Estado divide al gasto público en cinco grandes rubros según lo que provee: 1) administración gubernamental, 2) servicios de defensa y seguridad, 3) servicios sociales, 4) servicios económicos, y 5) deuda pública - es decir, lo que tiene que pagar por haberse endeudado en el pasado, sean intereses o el capital original.

El gasto público total asciende a la cifra de $1.251.630.248.497. That is, redondeando, un billón doscientos cincuenta mil millones de pesos. Sí, como escuchaste, un billón. A este nivel de gasto, el Ministerio de Economía asegura que se volverá al superávit fiscal (es decir, los ingresos por impuestos serán mayores a los gastos), mientras que otros dicen que el déficit se triplicará, porque el Ministerio está contando como ingresos los aportes del BCRA (creación de dinero, inflación, como querramos llamarlo) y la ANSES.


Para efectos prácticos, dividí los servicios económicos en los grandes rubros (energía, comunicaciones y transporte) y el resto (turismo, ecología, agro, finanzas). Lo mismo se hizo con los servicios sociales, que dividí en educación y cultura, salud, ciencia y técnica, y el resto (vivienda, agua potable).

El resultado:



Podemos ver que la seguridad social se lleva una porción -casi la mitad- del gasto público. ¿Qué es la seguridad social? Básicamente, el gasto de la ANSES: jubilaciones y planes sociales. ¿Es lógica esta cifra? Bueno, considerando que las jubilaciones son responsabilidad del Estado, en parte a través de la ANSES, sí, lo es. En Argentina hay cinco millones de jubilados y unos cuantos millones más que reciben prestaciones de la seguridad social.

El resto de los servicios sociales también se llevan una gran parte. Educación y cultura acaparan el 7% del gasto total del Estado, salud el 3%, y el resto -mayoritariamente programas de vivienda- el 6%.

Miremos, sin embargo, el lado izquierdo del gráfico. Los rubros de grandes servicios económicos a la energía, a las comunicaciones y al transporte, se llevan casi el 20% del gasto del Estado. ¿Qué son estos servicios económicos? Básicamente, subsidios y algunas obras. Esto es casi la mitad del gasto en seguridad social, y casi el doble que lo que se gasta en educación y salud juntos:


Tengamos en cuenta, sin embargo, que la mayor parte del gasto en educación y salud lo hacen las provincias, que son las que proveen la vasta mayoría del empleo público en esas áreas. (Las provincias no están incluidas en el presupuesto nacional).

El total de transferencias corrientes al sector privado -o sea, subsidios- asciende a la cifra de $199.506.547.329. Redondeando, 200 mil millones. Una cifra, como mínimo, extraordinaria.

Y es que los subsidios parecen ir en contra de lo que venimos diciendo de la seguridad social, ya que son la política más regresiva -es decir, que se impone a todos por igual, sin discriminar por ingreso- que existe. Tanto los hogares de ingresos altos como los de ingresos bajos reciben los beneficios de la subvención estatal a sus tarifas, aunque hayan tratado de desarmar este esquema.


Comparativamente, la deuda pública se llevará el año que viene el 8% del gasto del Estado nacional, o $96.432.221.460 - una cifra muy alta. Esto es lógico, dado que en el 2015 vencen una gran cantidad de series de deuda (por ejemplo, el famoso Boden 2015 o RO15 para los que lo miran en cartelera).

La administración gubernamental, que incluye a los tres poderes del Estado, se lleva el 6% del gasto. Un dato curioso de este rubro es relaciones interiores, que tiene asignado un monto de $30.594.544.666. ¿Qué es esto? Básicamente, el Fondo Federal Solidario -esa gran torta que se forma con los derechos de exportación de la soja-, y la producción de DNIs, pasaportes, y un largo etcétera. 

Para terminar, pensemos cuánto de este gasto termina realmente en la finalidad prevista, aunque es muy difícil de medir. El rubro "educación y cultura", si bien tiene una asignación alta, ¿está mejorando la educación? ¿Y con la salud? ¿Y la seguridad interior? ¿Y los subsidios? Todas las cifras que se muestran acá son los datos formales que se presentan en el proyecto de ley del presupuesto. No pareciera haber grandes problemas en la distribución del gasto, con excepción quizás de los subsidios. 
SIn embargo, no muestran cómo se terminan gastando - si llegan a destino o se quedan en el camino. 

Eso es otro tema, diría Santo Biasatti. 

sábado, 25 de octubre de 2014

¿Qué hacer con los ahorros?

La eterna pregunta de todos los que consiguen guardar algunos pesos para ahorrar.

Qué pregunta. Veamos las cotizaciones de diversos activos -acciones, bonos, commodities, moneda extranjera- hace un año atrás, y las del día de hoy. La diferencia de cotización, en porcentaje, es el rendimiento anual - o cuánto más vale ese activo hoy respecto a un año antes.


Empecemos por la pregunta de qué no hay que hacer, cuya respuesta es obvia: quedarse con los pesos. La inflación es un impuesto no legislado; el Banco Central te saca valor de los pesos de tu bolsillo ampliando la cantidad de dinero y causando la suba de los precios. Quedarse con los pesos destruye tu riqueza en casi la mitad (40%) por año. Esto es, con la misma cantidad de pesos tenés un 40% menos de bienes y servicios dentro de un año.

Primera conclusión: quedarse con los pesos es la peor opción en términos de rentabilidad.

¿A qué podemos recurrir, entonces?

1) La opción más común para la clase media argentina es, claro está, el plazo fijo. No es difícil de contratar, es bastante seguro en pesos (a diferencia de los 2000-2001). Ahora, ¿es rentable? La respuesta es no. La tasa BADLAR, que mide el promedio de tasas de plazos fijos de 30 a 35 días (para más de un millón de pesos, bueno, pero no son muy distintas), estaba en 18.5% hace un año. Colocando $1000 hace un año en plazo fijo, produciría hoy $1185. Sin embargo, necesitarías $1400 para poder comprar exactamente la misma cantidad de bienes y servicios. En términos de poder de compra, perdiste un 20%.

Hacia abril-mayo hubo un pico en la tasa de interés, que llegó a tocar 27-28%. Sin embargo, those days are long gone: hoy está en 20%.

Los pros del plazo fijo: es una de las opciones más accesibles para cualquier persona común, y es mejor que quedarse con billetes en el bolsillo. Pero si la intención es ganarle a la inflación, bueno, se pierde.

2) La otra opción masiva: el dólar. Por estos días el blue se mantiene (policialmente) en $14,70, pero hace dos semanas tocaba $16. A ese precio, otorgaba una rentabilidad anual de 65%. Por estos días, sin embargo, tanto el oficial como el blue han tenido aproximadamente la misma rentabilidad, levemente superior a la inflación.

¿Es conveniente el dólar? Depende. Tarde o temprano, el tipo de cambio ajustará por inflación. En el peor escenario, el peor de los mundos posibles, sólo se gana la tasa de inflación. Mucho más rentable que un plazo fijo. 

3) ¿Qué hace un ahorrista con más opciones en la mano? Compra una cartera de activos financieros: acciones y bonos. Una acción es un derecho sobre una porción del capital de una empresa. Un bono es una promesa de pago futuro, con interés. (Wikipedia lo explica más detalladamente).

La verdad es que hay cierto optimismo en el mercado de acciones en lo que va del año. En bonos la cosa está un poco más complicada, después del default. 

Algunos dicen que el mercado sube por las expectativas post-2015, otros porque el mercado está inflado para comprar dólares "contado con liquidación". El contado con liquidación es una maniobra financiera donde se compran activos argentinos, se transfieren al exterior en cierta proporción, y se venden a dólares contantes y sonantes. 

Comparado con un año atrás, un inversor que hubiera comprado acciones del sector petrolero y bancario, hubiera tenido una rentabilidad muy superior a la inflación. No está claro cuál va a ser la tendencia de ahora en más, pero es probable que continúen las buenas expectativas.

4) Commodities. En el cuadro sólo está el oro, opción recurrente para algunos. A U$D 1230.80 la onza en el mercado internacional, el oro sigue bastante estable. En el mercado local, es una forma de "atar" tu activo a la inflación: si suben los precios, también va a subir el precio del oro. Por ahora, lo ha hecho por encima de la inflación (65%).

5) Otros: el mercado inmobiliario. Hoy por hoy, está prácticamente frenado. Pero es otra clásica opción de los argentinos ("el ladrillo dura más que el papel"). Sin embargo, los precios siguen estables, en términos de dólares. 

Por supuesto, hay muchas más opciones que requieren de tiempo y ganas de aprender. Pero están ahí, al alcance de la mano de la mayoría de los ahorristas. En tiempos en que los precios vuelan, no es mejor un peso en la mano.

viernes, 3 de octubre de 2014

¿Por qué suben los precios?

Prendés la radio a la mañana. ¿De qué están hablando? Probablemente, de la inflación. Y con razón: tomando las cifras del Congreso, Argentina tiene hoy una tasa de inflación de 38.9%, lo que nos ubicaría terceros en el mundo después de Venezuela (60.9%) y Sudán (46.8%).

Esto es, en promedio (en realidad, un promedio ponderado), los precios de los productos que consumen las familias son hoy 38.9% más caros que hace un año. Y no, esto no es normal. O, digamos, sí, pero no debería serlo.




¿Qué es lo que hace que los precios suban? ¿Son las empresas? ¿Es el gobierno? ¿Es Coto? ¿Por qué la inflación aparece y desaparece en la Argentina? ¿Por qué, si uno cruza la frontera hacia otro país, los precios no suben?


Hay suficiente consenso en el mundo económico sobre la respuesta: la causa de la inflación es monetaria, por lo menos en el largo plazo. Las empresas, en general, no pueden hacer mucho para cambiar el nivel de precios de toda la economía. 

Supongamos que vamos al mercado en la plaza central de un pueblo, donde hay una variedad de comerciantes dispuestos a vendernos sus productos a un precio determinado. Todos los días cientos de personas asisten al mercado e intercambian billetes por productos. Los comerciantes hacen lo inverso: aceptan billetes a cambio de sus productos. 

¿Por qué aceptan un pedazo de papel a cambio de sus valiosas manzanas o chocolates? Después de todo, se trata sólo de un pedazo de papel con un número escrito en él. Básicamente, lo hacen porque saben que con ese mismo papel, ellos pueden ir a comprar otros bienes a los demás comerciantes, o devolver deudas, o pagar impuestos. En otras palabras, todos aceptan los billetes porque confían en que los demás también lo harán a la hora de cambiarlos por bienes o servicios.

Centrémosnos en, por ejemplo, un vendedor de flores, y digamos que toda la economía es su negocio. El florista tiene, en total, 100 flores para vender. Todos los días sus clientes (que son muy románticos) le compran sus flores a $10 cada una. Es decir, en nuestra "economía" hay 100 * $10 = $1000. Hay tres cosas, entonces, que importan: la cantidad de flores, la cantidad de dinero, y los precios. Podríamos resumirlo así: hay una cantidad determinada de bienes (productos) que se producen para vender, y hay una cantidad determinada de dinero para comprarlos.

¿Qué tiene que ver esto con la inflación? Supongamos que un buen día la imprenta de nuestro pueblo imprime $1000 más, que empiezan a circular (a gastarse distintas veces en el mercado). Pensemos únicamente en el vendedor de flores, que al día siguiente le llegarán esos $1000. ¿Qué pasa si sigue vendiendo a $10 cada flor? Efectivamente, se quedará sin flores, como lo que pasaba en el post anterior

La cantidad de dinero aumentó a $2000 ($1000 que había + los $1000 que se imprimieron). A esos precios, sin embargo, el florista encuentra que vendiendo sus flores a $20 vende exactamente la misma cantidad: 100 flores. Vendiendo a un precio más bajo, se queda sin flores. Vendiendo a un precio más alto, se quedará con flores sin vender. Cada vez que aumente la cantidad de pesos en la economía, los precios subirán, porque sólo hay una cantidad limitada de productos.

¿Es culpa del florista? En realidad, no. El florista podría, técnicamente, seguir aumentando sus precios. Pero a esos precios más altos, la gente simplemente no posee suficiente dinero para comprar sus flores, y se quedará con flores sin vender. Los precios que eligirá son aquéllos que le permitan vender todas sus flores. O, en otras palabras, aquellos que igualen la cantidad de dinero que la gente gasta con la cantidad de productos que tenga para vender.

En la realidad, es un poco más complicado. La economía tiene muchos mercados y "negocios de flores", y también está rodeada de otros países que poseen otras economías que interactúan con ella. Pero, no sorprendentemente, pasa lo mismo que en el caso del florista. En Argentina, las subidas de precios están muy asociadas a aumentos en la cantidad de pesos "dando vueltas", es decir, circulando y gastándose. 




Pero, ¿de dónde salen todos estos pesos? ¿Por qué aumenta la cantidad de dinero en la economía? En la realidad, el organismo encargado de regular la cantidad de pesos en la economía es el Banco Central de la República Argentina (BCRA).


Puede crear pesos para comprar dólares. Las reservas del BCRA, tan mencionadas en las tapas de los diarios, crecen o decrecen a medida que se venden o compran dólares. Si el BCRA quiere aumentar las reservas, debe comprar dólares a los que los tienen. Y para eso, debe comprarlos con pesos recién creados. Si vende dólares, hace el camino opuesto: saca pesos de las manos de la gente, y les entrega dólares.

Sin embargo, y hoy en día, la principal causa de creación de pesos es el Estado nacional, que es deficitario fiscalmente. Es decir, lo que recauda en impuestos es menor a lo que gasta. ¿De dónde saca la diferencia? Le entrega un papel al BCRA que dice "yo, Estado nacional, te voy a pagar $1000 más un poco de interés, dentro de un año". A cambio, el BCRA le entrega $1000 recién creados. 

Al día de hoy, el Estado nacional le debe al BCRA $217.900.000.000. Una cantidad, por lo menos, importante. Es, aproximadamente, la mitad de la base monetaria de toda la economía.

Si el Estado sigue este camino, es previsible que siga habiendo una inflación muy alta. Si se crean pesos y se ponen en circulación para gastar, indefectiblemente subirán los precios.

Lo que pueden tratar de hacer, entonces, es controlar los precios: los famosos Precios Cuidados. El gobierno emite una orden "el producto X debe valer el precio Y". Sin embargo, recordemos lo que le pasa al florista cuando los precios no se ajustan a la cantidad de dinero: se queda sin flores. Es entonces cuando la cosa se pone más fea. Y esa es la peor cara de la inflación.