El atraso cambiario es un problema. Si los precios dentro de un país -en nuestro caso, en pesos- suben, pero el dólar no lo hace por intervención de las autoridades monetarias, se producen desajustes que pueden ser muy graves. Nuestra historia, la argentina, es básicamente la historia del atraso cambiario: ciclos de años y años de no dejar ajustar el precio del dólar llegan a explosiones de precios cuando la situación no da para más (el "Rodrigazo" de 1975, el fin de la tablita de Martínez de Hoz, o enero de 2002). Controlar el dólar es como jugar con dinamita económica.
Como ejemplo, seamos bien occidentalistas y tomemos un bien que todo el mundo consume: el BigMac (The Economist hace unos años creó un BigMac Index en broma, pero se terminó tomando en serio). Un BigMac sale en promedio en los Estados Unidos U$S 4.79. El problema pasa por cuántos dólares al tipo de cambio actual sale un BigMac en los distintos países del mundo.
Ahí está el problema del tipo de cambio, y por qué es un precio tan sensible. En Argentina, un BigMac sale oficialmente $30, lo cual es algo ridículo, pero es un precio "retocado" por presiones oficiales para que este índice BigMac (que originalmente era una broma) no nos dé tan mal. Pero bueno, supongamos que sale $30. A $8.61 por dólar, un BigMac sale U$S 3.25. Mucho más barato que en los Estados Unidos. (Nota: la última vez que miré, costaba $68, o U$S 7.89).
Esto es bueno para la economía argentina (o malo si tomamos el precio real y no el INDEC-based). A una economía con un sector exportador grande le conviene tener precios en dólares más bajos que los del mundo. ¿Por qué? Porque si el mundo tiene precios más caros, los productos argentinos son relativamente más baratos, y por lo tanto más competitivos.
Ahora viene el toque argentino: la inflación. Nuestros precios, gracias al Banco Central, subieron 40% el año pasado. Supongamos que el BigMac va a subir 33% este año y pasará a costar $40. Si el dólar sigue en $8.61, un BigMac costará ¡más! en dólares: U$S 4.64. Casi como en Estados Unidos. Esto es malo para la hipotética exportación de BigMac's argentinas: ahora será menos atractivo comprar BigMac's de este rincón del mundo.
Y ahí radica el problema. El dólar es básicamente un precio más, pero es un precio del que depende toda la economía exportadora. Si suben los precios dentro de Argentina mucho más que fuera de Argentina pero el dólar no sube, nos estamos encareciendo en términos de dólares (o euros, o coronas suecas, o whatever). El interior argentino, en una gran medida productor de bienes que se terminan exportando, se ve perjudicado. Además de esto, las importaciones se vuelven relativamente más baratas.
¿Y por qué no dejar que el dólar suba?, retrucaría una persona con sentido común. Bueno, porque es muy tentador para la política que no suba. Primero, siempre se trata de usar al dólar como "ancla" de la inflación. Si se producen saltos en el dólar, los bienes importados van a subir en precio; la industria vive en su mayoría de bienes importados. Por supuesto, sería mucho más simple *dejar de crear dinero* en vez de tapar los agujeros cambiarios, pero bueno, sabemos cómo es la política.
Más allá de la necesidad de sostener la economía exportadora, hay otra razón por la cual es previsible una devaluación. El Banco Central a duras penas puede sostener el nivel de reservas internacionales (en dólares, oro, y etcéteras). Hoy por hoy, debe ¡$310.000.000.000! en Letras y Notas del Banco Central, o bonos a corto plazo -un año o menos-. Esto es, trescientos diez mil millones de pesos. Una cifra astronómica. A $8.61 por dólar, es nada más ni nada menos que U$S 36.000.000.000: ¡más que las reservas! Es técnicamente imposible pagar esto sin crear más dinero para pagarlo. Devaluando, el Banco Central reduce el costo de sus deudas. Y creo que no quedará más opción que hacerlo.
Y a todo esto podemos sumarle una caída en las exportaciones, lo que pone aún más presión sobre el dólar al haber menos oferta: si se venden menos productos argentinos en el exterior, hay menor ingreso de dólares al país como pago de esos productos.
Repito: no sé -ni nadie sabe, ni puede saber- cuándo se va a producir. Yo me jugaría a que el gobierno tratará de llegar a las elecciones sin mover mucho el dólar, para no descomprimir la olla a presión de los precios. Es dudoso que puedan hacerlo a este ritmo, pidiendo yuanes al gobierno chino y limitando las importaciones para que no se compren tantos dólares. Pero lo que está claro es que si los precios suben, también debe hacerlo el dólar. Tarde o temprano, lo hará. Repentinamente, o de a poco. Históricamente siempre fue repentino, pero démosnos una oportunidad.
(Posdata: claramente esquivé el tema financiero - el tema inversión extranjera/endeudamiento del Estado en dólares/fuga de capitales da para otro post entero).