sábado, 8 de agosto de 2015

¿Cómo mejoramos el ingreso de los trabajadores?

¿Por qué algunos países tienen salarios más altos que otros? ¿Por qué en Alemania un trabajador promedio recibe ingresos por U$S 43.682 anuales -o U$S 3.640 mensuales- y en Argentina un trabajador promedio recibe ingresos entre $ 5.000 y $ 6.000 -o entre U$S 543 y U$S 652 mensuales, al tipo de cambio oficial-? ¿Cómo logramos que los trabajadores obtengan ingresos cada vez más altos?

La respuesta, si bien no es simple, es intuitiva. 

Para no romper con la tradición de este blog, comencemos con un ejemplo hipotético: supongamos que tenemos una fábrica de zapatos. Sabemos que existe una demanda de zapatos en la ciudad, y nosotros tenemos máquinas que sirven para producir zapatos. Nuestro producto, en el promedio de las zapaterías, se paga $1000 el par. Para obtener una ganancia, nos disponemos a producir con un costo menor a $1000 para apropiarnos de la diferencia.

¿Por qué contrataríamos nosotros trabajadores, o en otras palabras, demandaríamos trabajo? Porque, claramente, sin trabajadores no podría haber ninguna producción. Necesitamos personas que operen las máquinas de producir zapatos. Sin ellos, las máquinas -el capital de la empresa- se vuelve completamente inútil. En realidad, toda la empresa se vuelve inútil: si no producimos zapatos, no los vendemos y no obtenemos ninguna ganancia. El corolario es que los consumidores de zapatos también salen perdiendo; sin zapatos, ellos se pierden de un producto que desean.

¿Cuántos trabajadores vamos a contratar y cuánto les pagamos? La respuesta depende de dos cosas. Uno, de cuántos zapatos produzca cada trabajador. Y segundo, de cuánto valgan los zapatos.

Obviando el resto de los costos de la empresa, como energía, insumos y materias primas -es decir, manteniéndolos constantes-, supongamos que contratamos un trabajador que produce 5 pares de zapatos en el día. Si el par de zapatos se paga $1000 en el mercado, el valor producido por el trabajador es $5000 en el día (5 pares de zapatos x $1000). ¿Cuánto estaremos dispuestos a pagarle? Sólo hasta $5000 por día. Si le pagamos más, salimos perdiendo: los zapatos que produce van a valer menos que lo que le pagamos a él; o, en otras palabras, estaríamos vendiendo por debajo del costo
¿Y si le pagamos menos? Supongamos que le pagamos $4000 -y que el trabajador acepta ese salario-. Obtendríamos una ganancia de $1000 por día: el trabajador nos genera $5000, y nosotros le pagamos $4000. ¿Puede esto durar para siempre? En general, no, y por una simple razón. 

Se vuelve más atractivo contratar más trabajadores. Seguiremos contratando trabajadores mientras produzcan un valor superior en zapatos al salario que les debemos pagar. A medida que contratamos más trabajadores -y todas las fábricas de zapatos también lo hacen-, la demanda de trabajadores de la industria del zapato aumenta. Por simple ley de oferta y demanda, el precio del trabajo también sube. ¿Hasta cuánto va a subir el salario del trabajador? Hasta $5000. Mientras los trabajadores produzcan menos, es rentable contratar más. Para obtener más trabajadores, llega un punto en el que debemos pagarles más para que salgan de otros trabajos y vengan a nuestra zapatería.

¿Por qué, entonces, hay trabajadores que cobran más y otros que cobran menos? ¿Por qué varían entre países los salarios y por lo tanto el ingreso de los trabajadores? Por la productividad del trabajo. Cuanto más produzca un trabajador en valor, más atractivo se vuelve contratarlos y más subirá su precio -el salario- al aumentar la demanda.

¿De qué depende que un trabajador sea más o menos productivo? De un número de factores. Primero, de la educación: los trabajadores más formados son los que producen más. En el sector tecnológico, por ejemplo, los salarios tienden a ser muy altos.


Segundo, y quizás lo más importante, el capital. ¿Qué clase de máquinas de producir zapatos tenemos? Si tenemos una máquina que operada por un trabajador nos produce 5 pares de zapatos, nos genera un valor de $5000. Sin embargo, el mismo trabajador empleado en una máquina más moderna quizás nos produzca 10 ($10000), 15 ($15000), 20 ($20000) pares de zapatos en el mismo período de tiempo. El trabajador no cambió: lo que cambió es el capital -las máquinas-. Al producir más el trabajador, su salario también subirá, porque se vuelve mucho más rentable contratar trabajo. Sí: curiosamente, cuanto mejor capital -máquinas- hay en una economía, en general también están mejor los trabajadores.

Muy lindo en la teoría y en el ejemplo hipotético, ¿pero en la práctica se cumple? Asombrosamente -y no tanto-, sí. Los países más productivos laboralmente son también los que gozan de mejores salarios. En el siguiente gráfico podemos ver que los países en los que más producto se produce por hora trabajada, una medida de la productividad laboral, tienen también en promedio salarios más altos.
¿Qué debemos hacer, entonces, si queremos que mejoren los salarios? Primero, educación: los trabajadores más educados son más productivos, y reciben mejores salarios. Y segundo, mejorar el capital. Con mejor capital, los trabajadores también se vuelven más productivos. Para eso, son necesarios la inversión y el ahorro. Paradójicamente, los trabajadores están mejor donde hay más capital.

En Argentina vivimos escuchando políticos prometer mejoras para los trabajadores. Mediante negociaciones con sindicatos y empresas, el Estado trata siempre de manejar los salarios según el ciclo político de elecciones. Sin embargo, nada de esto pareciera funcionar en el largo plazo. La única forma de mejorar a los trabajadores es con educación, ahorro e inversión. Nada que no sepamos, pero es bueno una dosis de sentido común en estas épocas.

domingo, 31 de mayo de 2015

¿Se viene el ajuste?: Episodio I

Las grandes expectativas y el frenesí por las elecciones presidenciales de este año marcan un nuevo debate en los medios: ¿qué va a hacer el próximo gobierno? O, en otras palabras: ¿qué posición va a tomar frente a los desequilibrios macroeconómicos?

Con los precios subiendo a un ritmo del 27.5% anual, un déficit fiscal que se multiplicó por seis comparado con el mismo período de 2014, y un dólar que no se mueve mucho, la situación no es una que nos gustaría heredar como nuevo gobierno. Básicamente, porque la próxima administración tendrá que hacer el trabajo sucio, o el famoso ajusteAcumular años de inflación, déficit fiscal o atraso cambiario (dólar) no es sostenible en el largo plazo.

¿Qué es el ajuste? Generalmente nos referimos con la palabra a un conjunto de medidas tales como la baja del gasto público o subida de impuestos, quizás una devaluación, y una situación general de "apretar el cinturón". Es decir, medidas que ningún político querría tomar.

En este post trataremos el aspecto más antipático -lo siento-: el déficit fiscal. ¿Qué significa que haya un déficit fiscal de $57.750 millones en el primer trimestre? Significa que el Estado nacional gastó $57.750 millones más de lo que recaudó. La suma de todos los gastos que efectuó fue mayor a la suma de impuestos y recursos que impuso a la población. ¿Es esto un problema? La mayoría de las veces, sí. 

Para una familia es un problema gastar más de lo que obtiene de ingresos. Si bien el Estado no se rige totalmente por la mismas reglas que un hogar, padece al igual que el resto de los mortales la inevitabilidad de los límites económicos. Supongamos que Juan consigue $8.000 por mes y gasta $10.000. ¿Qué puede hacer Juan? ¿De dónde saca el dinero, si sus ingresos no le alcanzan?

1) Puede imprimir dinero. Bueno, si Juan lo hace, claramente irá preso. Sin embargo, el Estado sí puede hacerlo, aunque tiene un costo muy grande.

Si el Estado necesita $2.000 que no tiene para gastarlos, recurre al Banco Central, quien tiene el monopolio sobre la moneda y su creación. El Banco Central tiene la impresora (tanto metafórica como real) de dinero. Simplemente, imprime $2.000, se los presta al Estado y ¡listo! Se puede gastar.
Esto choca fuertemente contra nuestro sentido común. ¿Cómo puede alguien tener dinero ilimitado? Bueno, obviamente, no lo tienen. Como mencionamos antes en este blog, los precios suben al crearse nuevo dinero y gastarse. ¿Qué termina pasando? Inflación. Por lo tanto, esta opción es fuertemente restrictiva, aunque en los tiempos que corren es muy usual. Si el próximo gobierno quiere reducir la inflación, no le quedará otra opción que dejar de imprimir dinero nuevo a ritmos altos.

2) Puede endeudarse. Necesita que alguien le preste $2.000 para seguir gastando lo que quiere gastar. El banco puede acceder a prestarle $2.000, con la condición de que los devuelva con un interés. ¿Es útil esta opción? Depende. Si se va a endeudar todos los meses, claramente podemos ver que Juan terminará perdiendo todo su ingreso en pagar intereses -y ni hablemos de devolverle al banco- si se empeña en gastar $10.000.

El Estado puede hacer lo mismo. Puede tomar deuda de personas u organismos del exterior (el famoso Fondo Monetario Internacional o inversores extranjeros, a los cuales debemos unos U$S 1.500 que están en el limbo), o puede hacer promesas de pago a organismos argentinos. De hecho, esta segunda forma es la más preferida de los últimos años. 

El Tesoro Nacional le debe al BCRA, por ejemplo, una suma de $268.350.000.000. El mayor fondo de la ANSES (el Fondo de Garantía de Sustentabilidad) es en un 65% préstamos al gobierno. En otras palabras, el Estado para cubrir sus gastos tuvo que pedirle prestado a lo largo de los años $292.000.000.000 al organismo encargado de la previsión social.

¿Cuál es el problema? Que la deuda hay que pagarla, y no es gratis. Endeudarse para pagar gastos que se van a realizar todos los meses requiere de cada vez más dinero para pagar los intereses de la deuda, lo que nos lleva a la próxima opción.

3) Puede aumentar sus ingresos. Para gastar $10.000 o terminar de pagar su deuda acumulada, Juan necesitará obligatoriamente aumentar sus ingresos (a menos que quiera caer en la quiebra y ser embargado). Deberá trabajar más o conseguir un ingreso extra de $2.000 para solventar sus gastos. 

En el caso del Estado, hablamos de impuestos. Sin embargo, a este nivel de carga impositiva (por cada peso generado en la economía, el Estado se lleva 46 centavos), aumentar los impuestos se vuelve una tarea herculeana. No sólo por la molestia de las personas al tener que pagar más, sino porque la evasión (no pagar los impuestos) es una respuesta esperable. Por lo tanto, podemos suponer que no quedará otra opción más que:

4) Bajar los gastos. Si Juan baja su gasto a $8.000, se acaba el problema. El drama de este método es que, obviamente, a nadie le gusta dejar de gastar. Ni a Juan, que estaba cómodo comprando más cosas, ni a los comerciantes que recibían sus compras.

El Estado podría reducir sus gastos, aunque es un tema muy sensible políticamente. Los subsidios, que representan una cifra astronómica, abaratan las tarifas de las clases bajas, medias y altas. Claramente, nadie quiere pagar más por su gas o electricidad. Los salarios de los empleados públicos son otra gran porción del gasto, pero ¿quién quiere perder su trabajo? Por otra parte, eliminar los planes sociales sería obviamente la opción más impopular de todas.

Este año, el Estado tiene pensado gastar $1.250.000.000.000, o un billón doscientos cincuenta mil millones de pesos. El problema, de nuevo, es que no se puede gastar indefinidamente más de lo que ingresa, y al Estado nacional le quedan pocas opciones más que tener que reducir sus gastos. 
Por lo tanto, delimitemos las opciones que tiene el próximo gobierno. ¿Puede hacer (1)? Si quiere bajar la inflación, que ya está en niveles altos, no. ¿Qué hay de (2)? Not so fast: Argentina sigue en default, lo que le impone tasas muy altas en dólares para endeudarse con el exterior. ¿Y seguir endeudándose con el BCRA o ANSES -alias "jubilados"-? Bueno, podría, pero se está llegando a niveles impagables.

¿Subir los impuestos (3)? Por lo que ya mencionamos, es una opción más dura que (1) o (2), y menos popular al ser más directa.

¿Qué podemos esperar que haga el próximo gobierno? No quedan muchas opciones. Sólo una, de hecho: deberá reducir sus gastos. ¿Te lo puedo asegurar? No. Pero si quieren bajar la inflación, deberán hacerlo. 

Acá entra a jugar el trade-off: si queremos bajar la inflación, hay que bajar el gasto público para el mismo nivel de ingresos, o endeudarse -opción limitada-. Si queremos gastar más de lo que se recauda imprimiendo la diferencia, hay inflación. 

Lamentablemente, sobre la Tierra todavía no existe un método para tener infinitos recursos. Ni para Juan, ni para el Estado.

miércoles, 25 de febrero de 2015

¿Es previsible una devaluación?

En forma resumida: sí. La causa es muy simple. Es insostenible un nivel de inflación de 40% sin mover el tipo de cambio (es decir, dólar/euro/resto de monedas). A menos que se desee destruir por completo una economía, claro está. No está claro cuándo -las decisiones del Banco Central suelen ser muy arbitrarias-, ni cuánto, pero está claro que sin que suba el dólar la economía no resiste.

El atraso cambiario es un problema. Si los precios dentro de un país -en nuestro caso, en pesos- suben, pero el dólar no lo hace por intervención de las autoridades monetarias, se producen desajustes que pueden ser muy graves. Nuestra historia, la argentina, es básicamente la historia del atraso cambiario: ciclos de años y años de no dejar ajustar el precio del dólar llegan a explosiones de precios cuando la situación no da para más (el "Rodrigazo" de 1975, el fin de la tablita de Martínez de Hoz, o enero de 2002). Controlar el dólar es como jugar con dinamita económica. 

Como ejemplo, seamos bien occidentalistas y tomemos un bien que todo el mundo consume: el BigMac (The Economist hace unos años creó un BigMac Index en broma, pero se terminó tomando en serio). Un BigMac sale en promedio en los Estados Unidos U$S 4.79. El problema pasa por cuántos dólares al tipo de cambio actual sale un BigMac en los distintos países del mundo. 


Por ejemplo, en el Reino Unido un BigMac sale £2.89. A un tipo de cambio de £0.66 por dólar, sale U$S 4.37. Esto significa que el Reino Unido -en BigMac's, por lo menos- es una economía más barata que la estadounidense. Si uno fuera con dólares a Reino Unido, puede comprar más BigMac's con la misma cantidad de dinero. En el otro extremo tenemos a Suiza, donde sale 6.50 francos suizos, o U$S 7.49 (hay lugares de Zürich donde sale ¡17 dólares!). Evidentemente, si Suiza quisiera hipotéticamente exportar BigMac's estaría en un grave problema: el resto del mundo los puede vender mucho más baratos.

Ahí está el problema del tipo de cambio, y por qué es un precio tan sensible. En Argentina, un BigMac sale oficialmente $30, lo cual es algo ridículo, pero es un precio "retocado" por presiones oficiales para que este índice BigMac (que originalmente era una broma) no nos dé tan mal. Pero bueno, supongamos que sale $30. A $8.61 por dólar, un BigMac sale U$S 3.25. Mucho más barato que en los Estados Unidos. (Nota: la última vez que miré, costaba $68, o U$S 7.89).

Esto es bueno para la economía argentina (o malo si tomamos el precio real y no el INDEC-based). A una economía con un sector exportador grande le conviene tener precios en dólares más bajos que los del mundo. ¿Por qué? Porque si el mundo tiene precios más caros, los productos argentinos son relativamente más baratos, y por lo tanto más competitivos.

Ahora viene el toque argentino: la inflación. Nuestros precios, gracias al Banco Central, subieron 40% el año pasado. Supongamos que el BigMac va a subir 33% este año y pasará a costar $40. Si el dólar sigue en $8.61, un BigMac costará ¡más! en dólares: U$S 4.64. Casi como en Estados Unidos. Esto es malo para la hipotética exportación de BigMac's argentinas: ahora será menos atractivo comprar BigMac's de este rincón del mundo.

Y ahí radica el problema. El dólar es básicamente un precio más, pero es un precio del que depende toda la economía exportadora. Si suben los precios dentro de Argentina mucho más que fuera de Argentina pero el dólar no sube, nos estamos encareciendo en términos de dólares (o euros, o coronas suecas, o whatever). El interior argentino, en una gran medida productor de bienes que se terminan exportando, se ve perjudicado. Además de esto, las importaciones se vuelven relativamente más baratas.

¿Y por qué no dejar que el dólar suba?, retrucaría una persona con sentido común. Bueno, porque es muy tentador para la política que no suba. Primero, siempre se trata de usar al dólar como "ancla" de la inflación. Si se producen saltos en el dólar, los bienes importados van a subir en precio; la industria vive en su mayoría de bienes importados. Por supuesto, sería mucho más simple *dejar de crear dinero* en vez de tapar los agujeros cambiarios, pero bueno, sabemos cómo es la política.



Segundo, porque el poder adquisitivo en términos de dólares aumenta si el dólar no sube. En español criollo, es más barato ir a Miami. Un sector de la sociedad ve aumentar su poder de compra (en términos relativos, claro) en relación a bienes del exterior. Y esto es bueno para ganar elecciones, suponiendo que no hay recesión, o sea, cuando la economía crece negativamente.

Más allá de la necesidad de sostener la economía exportadora, hay otra razón por la cual es previsible una devaluación. El Banco Central a duras penas puede sostener el nivel de reservas internacionales (en dólares, oro, y etcéteras). Hoy por hoy, debe ¡$310.000.000.000! en Letras y Notas del Banco Central, o bonos a corto plazo -un año o menos-. Esto es, trescientos diez mil millones de pesos. Una cifra astronómica. A $8.61 por dólar, es nada más ni nada menos que U$S 36.000.000.000: ¡más que las reservas! Es técnicamente imposible pagar esto sin crear más dinero para pagarlo. Devaluando, el Banco Central reduce el costo de sus deudas. Y creo que no quedará más opción que hacerlo.

Y a todo esto podemos sumarle una caída en las exportaciones, lo que pone aún más presión sobre el dólar al haber menos oferta: si se venden menos productos argentinos en el exterior, hay menor ingreso de dólares al país como pago de esos productos.

Repito: no sé -ni nadie sabe, ni puede saber- cuándo se va a producir. Yo me jugaría a que el gobierno tratará de llegar a las elecciones sin mover mucho el dólar, para no descomprimir la olla a presión de los precios. Es dudoso que puedan hacerlo a este ritmo, pidiendo yuanes al gobierno chino y limitando las importaciones para que no se compren tantos dólares. Pero lo que está claro es que si los precios suben, también debe hacerlo el dólar. Tarde o temprano, lo hará. Repentinamente, o de a poco. Históricamente siempre fue repentino, pero démosnos una oportunidad.


(Posdata: claramente esquivé el tema financiero - el tema inversión extranjera/endeudamiento del Estado en dólares/fuga de capitales da para otro post entero).